¿Y el centro? Bien, gracias

Tal vez resulta que lo que da permanencia al bipartidismo imperfecto es su imperfección. ¿Y el centro? Bien, gracias. Según el último CIS, PP y PSOE recuperan intención de voto con alguna ventaja para PP, por contraste con sondeos anteriores que daban a IU y UPyD una tendencia ascendente.

La alternancia PP-PSOE no es lo mismo que el turnismo de la Restauración alfonsina, pero también constituye un sistema de estabilizadores.

Esa consolidación PP-PSOE en la campaña de las elecciones europeas refuerza el bloque medular en el Congreso de los Diputados, dando fe de que en el bipartidismo según lo vivimos la importancia del centro es crucial.

En general, el voto se sitúa levemente en el centro-izquierda. Como en la mayoría de países europeos, gran parte de juego se distribuye entre centro-derecha y centro-izquierda. Para reflejarlo en el hemiciclo europeo, la mayoría de estabilización la construyen el PPE y la socialdemocracia. El caso español no es muy diferente. El juego se dirime en el centro. Y por ahora, según el CIS, este statu quo no se desmorona.

 
En España hemos tenido una crisis económica muy severa, pero sin una crisis política de gravedad

Es significativo que no se haya derrumbado en el curso de una grave crisis económica y que los partidos anti-sistema no estén desequilibrando el núcleo central de la política española. En la Europa del Sur, la pervivencia del gobierno de Mariano Rajoy contrasta con el desplome de Hollande, las turbulencias italianas o la dura recuperación portuguesa, por no hablar de Grecia. Dicho de otro modo, en España hemos tenido una crisis económica muy severa, pero sin una crisis política de gravedad.

A saber si PP y PSOE seguirán recuperándose en los sondeos. En estos casos, los imprevistos abruman. Por parte del PSOE es significativo no ya que no aproveche el deterioro que la crisis produce en todo gobierno, si no que su actual liderato sea garantía de la recuperación de Rajoy.

Catalunya introduce notables variantes en la estructura del bipartidismo imperfecto. El efecto queda ya descontado y lo que resulta más revelador es el hundimiento gradual de Convergència desde que Artur Mas optó por el independentismo, adelantó las elecciones y perdió doce escaños. ERC puede lograr el sorpaso, tal vez por poco. El PSC de Pere Navarro es un interrogante, mientras que Ciutadans sigue alimentándose del voto del PP.

Existe una indeterminación en el voto de centro, siempre poco ideológico. Lo que tiene interés es que el margen hegemónico centro-derecha centro-izquierda se recupere en unos momentos en los que el molde de la política clásica fruto de la Transición –y en Europa, de la postguerra– parecía estar resquebrajándose. Por ahora, incluso con el castigo que la crisis ha infligido a las clases medias, el espacio de centro resiste. Pierden empuje los caballos de Troya. Tal vez sea que el votante en el fondo prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer.