¿Y ahora? Un aplauso para el rey Felipe y respeto al himno

La decisión del juez número 11 de lo contencioso administrativo de Madrid, Jesús Torres, es de una gran importancia. El estado de derecho funciona en España. Ha suspendido la prohibición de exhibir ‘estelades’ en la final de la Copa del rey tras aceptar el recurso presentado por la asociación Drets en contra de la decisión de la Delegación del Gobierno de Madrid.

El juez entiende que «no ha quedado probado» que las estelades puedan incitar a la violencia, al racismo, a la xenofobia o cualquier otra forma de discriminación «que atente contra la dignidad humana». Al cierre de esta columna queda pendiente otro recurso, el que presentó el Barça, que se tramita en el juzgado número 15.

Los dos recursos, sin embargo, solicitaban que se suspendiera esa prohibición, como medida cautelarísima, con el argumento de que se podía vulnerar el derecho a la libertad de expresión. La asociación Drets añadía que también se podía vulnerar el derecho a la libertad ideológica, porque era una medida que se podía entender como «una restricción inmotivada, injustificada y desproporcionada».

La decisión, en todo caso, es un toque de atención serio a un Gobierno que se ha escudado en la legalidad –y hace bien cuando es incontestable—para no afrontar los problemas de fondo en la política española. Y es un palo también para los independentistas que no atienden a razones y creen que España es una especie de ogro del que hay que salir corriendo porque no tiene remedio.

Los problemas políticos sí tienen solución. Pero siempre que se busque un acercamiento mutuo. Por ello, ahora la pregunta se centra en la reacción de todos aquellos aficionados que asistan a la final y que ya lo podrán hacer, si así lo desean, con una estelada. Y surge una propuesta. Si ha imperado el estado de derecho, con la decisión del juez, que insiste en que portar una estelada no equivale a un acto violento o racista, quien representa ese estado es el rey Felipe, el jefe del estado español.

Podría ser un buen inicio para afrontar esos problemas de orden estructural, y que no sólo afectan a la relación entre Cataluña y el resto de España, que se aplaudiera al rey Felipe, como jefe de estado. O, al menos, que no se le pitara como pasó el año pasado en el estadio del F.C.Barcelona.

Seria fantàstic, como cantaba Serrat, que se pudiera escuchar el himno de España con respeto. Y que, después, gane el mejor, el Sevilla o el Barça.