Y ahora, ¿cómo cultivar la gratitud?

En este momento de crisis sanitaria causada por el COVID-19, cultivar la gratitud puede ofrecernos perspectiva y un punto de apoyo

“La gratitud es la memoria del corazón”. Joseph Wood Krucht. Desde un punto de vista coloquial, se entiende por gratitud “no dar las cosas buenas por hechas”. Quizás, en este momento de crisis sanitaria causada por el COVID-19, cultivar la gratitud puede ofrecernos perspectiva y un punto de apoyo.

La gratitud es una fortaleza humana (estudiada por la Psicología del Bienestar) pero cuya presencia podemos encontrarla en diferentes tradiciones filosóficas o espirituales. En el budismo, por ejemplo, se encuentra íntimamente ligada a la noción del “interser” (existimos gracias a la interrelación con todo lo que nos rodea)

La gratitud podemos sentirla y expresarla hacia alguien o hacia algo, bien este algo sea inmaterial (experiencias) o material (disponer de un balcón al que poder asomarse y sentir el aire…). O, simplemente, por tener salud y estar vivos…

Cultivar la gratitud es importante porque a lo bueno nos acostumbramos. Es lo que se denomina en psicología adaptación hedónica. ¿Tenemos que agradecer ducharnos con agua caliente sólo después de que se haya averiado el calentador?

Pero no es lo mismo el reconocimiento -cuya naturaleza es cognitiva (felicitar)- que la gratitud -cuya es naturaleza emocional-. Pensemos en ese café que nos ofrece alguien. No es el café en sí mismo lo que implica un motivo de gratitud, sino la emoción que lleva aparejada, porque, ¿cuánto vale la confianza, el alivio, la alegría o el afecto que está detrás de ese simple café cuando necesitamos un pequeño gesto de apoyo?

La gratitud, en definitiva, es un rasgo de personalidad pero también es una habilidad que se puede desarrollar aunque pueda costar al principio. Pero su práctica conlleva numerosos beneficios.  Hay abundante investigación científica. Señalaremos sólo algunos que pueden resultar más útiles en este contexto:

  • Cuida nuestra la salud física: refuerza el sistema inmunológico, mejora el sueño, regula el estrés….
  • Facilita experimentar emociones positivas que, entre otras consecuencias, nos ayuda en estos momentos a ser más creativos y resilientes.
  • Mejora nuestro patrón de pensamiento optimista.
  • Fomenta relaciones sociales más constructivas y refuerza también el apoyo social.
  • No ayuda a “parar” y evitar “rumiar” pues la gratitud la experimentamos en el presente. Es, en cierto modo, una manera de micro-meditar

Cómo podemos cultivar la gratitud

1. Escribir un diario de gratitud. Se trata de registrar todos los días cinco motivos de gratitud. Escribirlos es importante pues permite identificar mejor el motivo de gratitud a través de la estructura de la escritura y poder saborear ese motivo de gratitud mientras escribes. Puedes, además, leerlo después o compartirlo con tu familia o amigos.

2. Escribir una carta de gratitud. En este contexto, podemos utilizar otros canales. La esencia de la actividad no cambia si expresamos nuestra gratitud de modo honesto a personas que fueron significativas en nuestra vida y a las que, quizás, no les dimos gracias de corazón. Puedes probar a través del correo electrónico, whatsapp, o el teléfono.

3. Compartir motivos de gratitud con los compañeros de oficina. A partir de la práctica individual cotidiana, pueden empezarse las reuniones virtuales o presenciales compartiendo los motivos de gratitud “detectados” en el ámbito profesional. Es un modo de crear un contexto excelente para comenzar la reunión. Y también de compartir motivos de “gratitud laboral” que han pasado desapercibidos (tener wifi, por ejemplo, es lo que apreció un participante de un curso on line y que antes de la irrupción del COVID-19 no era, probablemente, motivo de gratitud).

4. Reservar un minuto al levantarnos y escribir o pensar en qué o quién vamos a centrar nuestra gratitud ese día. Es un modo de empezar el día con un objetivo. Y hacer de esta actividad una rutina que nos ayude a sobrellevar el confinamiento. Pero, sobre todo, es un modo de volver a apreciar a las personas a las que amamos y a las que, quizás, nos hemos acostumbrado cada vez que cuidan de nosotros…

5. Mira por la ventana o cuando salgas al supermercado, farmacia, pasear a tu perro, encuentra algo que apreciar: la nitidez del cielo estas semanas, un elemento arquitectónico de un edificio, el aire más fresco, una persona del servicio municipal de limpieza haciendo su trabajo…

Como decía Ernest Schumacher “lo pequeño es hermoso”. Y gracias a la práctica continuada de la gratitud podemos desarrollar una mirada apreciativa de la vida, de sus pequeños  y  hermosos detalles. Apreciar. Es mi palabra favorita porque nos permite valorar esos motivos de gratitud sin darlos por hechos. Nos permite ver el detalle de modo que los motivos de gratitud no pasen a formar parte de lo “normal”. Y porque nos permite apreciar y querer a las personas con las que compartimos estos momentos de nuestras vidas.

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