XXV años después del Pacto del Majestic
El pacto de Majestic supuso la rendición del PP catalán, pero de haberse mantenido fuerte, hubiera evitado la fragmentación de la derecha y no hubiera empoderado al nacionalismo hasta el extremo de mutar a separatismo
Jose María Aznar, que se prodiga poco en los medios de comunicación, concedió una entrevista a Jordi Évole en la que defendió las bondades del Pacto del Majestic y afirmó que ese acuerdo hoy sería imposible. En esa imposibilidad tiene razón, y no por que el PP de hoy no quisiera, sino por la deriva de los nacionalistas. La entrevista, sin aportar novedad alguna, supone un compendio de sentido común y la constatación de que Aznar ha sido el mejor presidente de Gobierno que ha tenido España junto a Adolfo Suárez.
Un 28 de abril de 1996, Macià Alavedra, Jordi Pujol, Duran Lleida i Josep Sanchez Llibre por CiU y Aznar, Rato y Rajoy por el PP cenaban en el Majestic y sellaban un pacto que el 4 de mayo daría la presidencia del Gobierno a Aznar. El precio era la cesión al nacionalismo de más capacidad financiera y fiscal, la desaparición de los gobernadores civiles, la supresión del servicio militar, la retirada de la Guardia Civil de Tráfico de Cataluña, la decapitación del líder del PP catalán, Alejo Vidal-Quadras, y la rectificación de su política hasta entonces de confrontación total al nacionalismo.
En definitiva, una retirada del Estado español de Cataluña y una rendición del PP a cambio de la gobernabilidad. La llegada de Aznar a la presidencia del PP supuso un cambio en la política de los populares en relación a Cataluña. El partido había abandonado su tradicional papel de muleta de CiU para enfrentarse al nacionalismo. La expresión máxima de esa política había sido la votación del socialista Joan Reventos como presidente del Parlament frente al candidato nacionalista.
La llegada de Aznar a la presidencia del PP supuso un cambio en la política de los populares en relación a Cataluña
Desde una perspectiva económica podría decirse que el pacto del Majestic fue muy positivo para España. Nuestro país consiguió entrar en el euro a las primeras de cambio, la economía creció sin parar, los impuestos bajaron, se redujo el peso del Estado, se crearon miles de empresas y en consecuencia bajo el paro. Fueron los años del “España va bien” y ¡vamos si iba bien!
Desde la perspectiva de vertebración nacional, ese pacto fue los cimientos sobre los que se llegó a la situación actual de Cataluña. La decapitación de Vidal-Quadras fue algo más que una defenestración: fue la renuncia del PP al combate ideológico frente al nacionalismo, la rendición ignominiosa, que trajo además con ensañamiento el nombramiento de cargos catalanes pseudonacionalistas o directamente nacionalistas en el Gobierno de España.
Aznar creyó que los nacionalistas serían socios leales
En defensa de Aznar puede decirse que él creyó que los nacionalistas serían socios leales, lo creyó hasta tal punto que les ofreció formar parte del Consejo de Ministros e incluso algún tipo de acuerdo para que UDC fuera la marca del PP en Cataluña al estilo de UPN en Navarra. Parece increíble que alguien de la experiencia y sagacidad de Aznar fuera tan cándido en ese aspecto.
Por su parte, el nacionalismo jamás pensó ser leal al Gobierno de España ni a lo pactado, desde el minuto uno se lanzó a un ataque feroz a Aznar y al PP, ataque que a la postre caló en la sociedad catalana y sirvió para la radicalización de la misma. El error estratégico de CiU alimentando a la fiera nacionalista solo con el fin de hacerse perdonar su pacto con Aznar se ha demostrado históricamente letal para ellos.
Desde el minuto el nacionalismo uno se lanzó a un ataque feroz a Aznar y al PP, ataque que a la postre caló en la sociedad catalana
La renuncia del PP a ser alternativa al nacionalismo dejó espacio para la creación de Ciudadanos y el campo expedito al nacionalismo para campar a sus anchas en Cataluña: más inmersión lingüística, más nacionalismo, más corrupción…En definitiva, más distanciamiento con España.
El Pacto del Majestic era la única opción posible
Aznar dijo a Évole, justificando ese pacto, que era la única opción posible. Efectivamente lo era para acceder al poder y el precio lo han pagado los catalanes en forma de más nacionalismo, más aislamiento y una renuncia del Estado a tener presencia en el territorio de consecuencias hoy evidentes.
El Aznar de la segunda legislatura fue distinto. El importante papel que España jugó a nivel mundial, como antes jamás lo había hecho, fue importante para proseguir la senda de crecimiento económica e incrementar nuestra influencia en América Latina, el Norte de África y Europa y eso fue aprovechado por nuestras empresas para internacionalizarse.
El ideario basado en defensa de la libertad, igualdad con el resto de españoles y denuncia del supremacismo nacionalista no volvió y el resultado fue un debilitamiento del PP en Cataluña
Pero en Cataluña nada cambió. El ideario basado en defensa de la libertad, igualdad con el resto de españoles y denuncia del supremacismo nacionalista no volvió y el resultado fue un debilitamiento del PP en Cataluña que contribuyó a las derrotas de Mariano Rajoy, como sucesor de Aznar en 2004 y 2008, y facilito la catástrofe económica de ZP, el nefasto estatuto de Cataluña surgido del Pacto del Tinell y la aceleración del Procès.
El Majestic supuso la rendición del PP catalán. Un PP fuerte en Cataluña hubiera evitado la fragmentación de la derecha y no hubiera empoderado al nacionalismo hasta el extremo de mutar a separatismo y hoy las cosas serían mejor en Cataluña y en el conjunto de España.
Aznar tiene razón, la política es el arte de lo posible, y dentro de ese arte el Majestic fue una humillación dolorosa pero inevitable, lo que si era evitable y no se hizo es todo lo que vino después.