Un drama grotesco

Ambos bloques siguen empeñados en no negociar pese a que el final de la investidura de Puigdemont es bastante predecible

Ya que, desgraciadamente, no es posible entrar con buen pie en un período de distensión entre las dos partes del conflicto catalán, los partidarios de la estabilidad deberían conjurarse para conseguir por lo menos que el 155 se levante cuanto antes. Se trata de un deseo ampliamente compartido. Tanto Mariano Rajoy como Carles Puigdemont se han expresado en este sentido. Pero ambos chocan en la interpretación del resultado del 21-D. El depuesto president ganó contra pronóstico.

Por si fuera poco, en vez de desaparecer del mapa como corresponde, cuenta contra pronóstico con el apoyo mayoritario del Parlament. También contra pronóstico; ha conseguido mantenerse de acuciante y lacerante actualidad. Que el estado no se pueda permitir el lujo de olvidar el desafío y tenga una hipotética investidura por burla, no significa que disponga de todas las cartas para impedirla. O, peor aún, que las vaya a usar.

Zoido ha hecho el ridículo con la «operación maletero»

De ahí el nerviosismo de los últimos días, con el sonoro ridículo de Zoido con la operación maletero. De producirse, el ministro que fue incapaz de encontrar una sola de las miles de urnas del 1-O sería el menos indicado para frustrarla.

A fin de salir en la foto de una tan suculenta parodia, el mismísimo Consejo de Estado modifica el guión desautorizando a la vicepresidenta. División de opiniones, pitos y aplausos en la prensa madrileña. De Cervantes a Goya, de Goya a Valle Inclán, de Valle a la invención de un nuevo género, el drama grotesco, del que Rajoy y Puigdemont comparten autoría. ¡Quién iba a decir que escribirían tamaña historieta al alimón!

El ministro que fue incapaz de encontrar una sola de las miles de urnas del 1-O sería el menos indicado para frustrarla

En principio, el guión no acordado ni siquiera consensuado, pero sí más conveniente para todos era el siguiente: uno, el Parlament vota a Puigdemont; dos, el Constitucional anula la votación por el simple hecho de admitir a trámite la impugnación del Gobierno; tres, el Parlament protesta pero acata y designa a otro candidato de su lista; y cuatro, colorín colorado, el Procés ha hibernado. Tanto Artur Mas como Roger Torrent han apoyado este guión a pesar de que es el de La Moncloa. Demasiado sencillo para unas mentes tan barrocas y enrocadas.

Puigdemont se ha ganado democráticamente el derecho a ser votado, y es comprensible que no llegue a ser investido, pero en ambos lados existen hooligans dispuestos a ahuyentar la distensión. Al zasca de Romay Beccaría a Sáez de Santamaría se la une la voz del desahuciado Rubalcaba que tampoco se ha aguantado las ganas de figurar en el drama grotesco.

Tanto Mas como Torrent han apoyado este guion a pesar de que es el de La Moncloa

A los independentistas, ha avisado sibilina finezza, les interesa que les quiten a Puigdemont de encima. Ergo, se deduce teniendo en cuanta que todas las obras del diablo son diabólicas, más vale no ayudarles en su propósito. Como si en esta producción no pudieran existir intereses coincidentes. A ver si consigue influir en el TC para liarla un poco más.

Unilateral o bilateral, la distensión no sólo es imprescindible sino perfectamente posible. Menos el zombi Zoido, todo el mundo sabe que Puigdemont no dará su brazo a torcer. Todo el mundo sabe que el Estado va a impedir su investidura. Todo el mundo sabe que la mayoría en el Parlament es partidaria de pasar página. Los que en Madrid están interesados en darle más vueltas deberían explicar sus motivos. A no ser que estén conspirando contra Rajoy.    

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