10-N, visto para sentencia

El traslado de los restos de Franco y el tsunami catalán tapan toda propuesta de cara a las elecciones y la crisis que viene y amenaza a Sánchez

Al parecer y con permiso de la imprevisible chistera de los acontecimientos, los ingredientes para decidir el voto en las próximas urnas están ya sobre la mesa. El desentierro y el amago de tsunami catalán van muy pero que muy por delante de cualquier propuesta en positivo.

En el podcast La Plaza vigente, los participantes hicimos una porra sobre la participación en las elecciones. Sorprendentemente, la previsión oscila entre alta y bastante alta. Muchos votarán, pero pocos lo harán con entusiasmo. La mayoría no acudirán a las urnas verdaderamente convencidos de que su voto se utilice en el dirección en que lo emiten.

En tiempos de incertidumbre desnortada como los presentes, los sociólogos de los sondeos no deberían preguntar tanto por los partidos preferidos como por la escala de los más denostados.

La ecuación dotada de mayor exactitud no sería pues, dime a quién amas y té diré a quién votas, sino la contraria, dime a quién temes o desprecias más y te diré a quién votas. Es el principio del voto a la contra, cada vez más extendido en toda Europa.

Algunos lo llaman populismo, pero como este palabro no forma parte del vocabulario de este modesto analista –que no molesto anadista, esperemos— mejor lo dejamos en voto consciente de su poder destructivo, ya desilusionado de que sirva para edificar unas sociedades en las que prosperar.

El traslado de los restos de Franco persigue exacerbar a las derechas más autoritarias, lo que castiga al PP

Por si el voto a la contra no fuera de por sí preocupante, los líderes políticos, a sabiendas de que sirve a sus intereses si bien no a los de su país, lo utilizan, no según su conciencia sino a su conveniencia. No otra finalidad que la de exacerbar a las derechas más autoritarias persigue el traslado de los restos de Franco.

De repente, para el PSOE, el enemigo a debilitar es el PP, que se acerca demasiado y amenaza la comodidad de la victoria que Tezanos prometía al boss Sánchez. Por lo tanto, votos a Vox, que evidentemente solamente pueden salir del PP o de Cs. De paso, medalla para el PSOE que ha conseguido humillar simbólicamente al dictador.

Puede que los incendios de Barcelona muevan y retengan votos en la misma dirección. Por una parte, Vox recibe a los más irritados contra el independentismo y por otra Sánchez se cuelga la medalla del retorno al orden sin miramientos policiales pero sin excesos en cuanto a las medidas políticas a tomar. Habrase visto, claman las conciencias menos vapuleadas por su majestad imperial el cinismo rampante, la izquierda biempensante alimentando a la extrema derecha, inaudito, imposible.

Bueno, pues el gran Mitterrand, le Tonton, el Tío o Tiito, de Francia, hizo lo propio, y con mayor saña y descaro, modificando el sistema electoral a fin de que Le Pen entrara en la sacrosanta Cámara de Diputados y debilitara así al conservadurismo democrático del centro-derecha.

La crisis económica, una clara amenaza para España

Si en España ocurre como en Francia, la doble maniobra funcionará a corto plazo, si bien a la larga amenazará toda posibilidad de avance social, económico y democrático para uno de los países de Europa con mayor paro, menor competitividad y armamento más enclenque contra la desaceleración y no digamos ya la crisis que espera en el 2021.

En España, la deuda pesa como una losa, que resultaría insoportable si Mario Draghi no hubiera ayudado tanto a sostenerla. La pirámide inversa de edad y los problemas de todo tipo, empezando por las pensiones, que acarreará el declive demográfico, tan bien descritos en el libro Una sociedad sin hijos, de ED libros, están ausentes por completo de la campaña electoral, así como de la actualidad mediática.

Podríamos continuar, ministerio por ministerio, alargando y pormenorizando la lista de lo que está pendiente de decidir o reformar. Trabajo inútil, porque la incidencia en el resultado de las elecciones sería nula. Entre falsas promesas y órdagos patrióticos anda el juego.

Franco y el desafío independentista, pues, como máximos argumentos de las segundas elecciones. Las tendencias, el efecto buscado por los socialistas puede funcionar. Ante el peligro de la derecha, PSOE. Ante el independentismo, PSOE. Si quieren orillar los peligros de involución o ruptura, si prefieren sosiego, o sea quedarse como están, PSOE.

Acabemos, si el sondeo de El Periódico acierta, puede que por primera vez la mayoría de diputados de los 48 que Cataluña envía a Madrid sean independentistas. Hasta el año 2004 su número oscilaba entre cero y uno.

Si el resto de los últimos sondeos no andan muy errados, la extrema derecha, inexistente como tal en Las Cortes hasta anteayer mismo, puede superar los 40 escaños y conseguir el tercer puesto tras PSOE y PP.

Si le sumamos la debacle de C’s, que pierde votos en todas direcciones y deja al PSOE como dueño del centro casi en solitario, obtendremos ya el visto para sentencia, en todos los sentidos, del próximo 10-N.