Wikileaks y la sorpresa de octubre 

Cumpliendo su promesa de brindar una sorpresa en octubre, Wikileaks ha publicado este viernes los discursos que Hillary Clinton dio a Wall Street y que ella prefirió no hacer públicos. Según el New York Times, los Clinton -Hillary y su marido Bill-, han recibido 120 millones de dólares por sus discursos en Wall Street y a intereses especiales, desde que el ex-presidente dejara la Casa Blanca en 2001. 120 millones de dólares es una suma fuera de toda proporción por los servicios prestados. 

Coincidentemente, los medios de comunicaciones corporativos han revelado una conversación privada de Trump y un presentador televisivo en 2005 donde Trump se refiere a las mujeres en tono bastante vulgar. Pareciera de que la campaña de Clinton hubiera orquestado la noticia para distraer de las revelaciones de Wikileaks.

Confirmando las afirmaciones de Bernie Sanders, los discursos de Hillary Clinton a Wall Street afirman su apoyo al libre comercio y a las fronteras abiertas, una posición bastante daniña para su candidatura. Tanto su apoyo al Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TTIP) como su filosofía liberal en materia de inmigración son posiciones riesgosas e impopulares en el país. La clase media y trabajadora sigue sufriendo los estragos que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) ha causado en el mercado laboral norteamericano. Fue Bill Clinton quien firmó esa ley.

También fue Bill Clinton quien firmó la derogación de la excelente ley Glass-Steagall instituida durante el mandato de Franklin D. Roosevelt, destruyendo así la protección contra el abuso bancario a gran escala que dio pie a la Gran Depresión norteamericana. No fue sorpresa que al ser quitada la protección que había mantenido a salvo a la economía estadounidense por mas de seis décadas, otra gran depresión se asomó.

Sólo a través de influjos masivos de divisas a los bancos que habían causado el problema en primer lugar con especulaciones en derivadas financieras exóticas se estabilizó una economía al borde del colapso. Ni un solo ejecutivo implicado en las especulaciones fue a la cárcel. Esto lo tiene muy presente el norteamericano de la clase media. 

Parte de las revelaciones de Wikileaks tienen que ver con la poco acertada precisión de Hillary Clinton durante un discurso a un grupo privado con respecto a la necesidad de tener una posición privada y otra posición pública sobre la política. Después de que el senador Sanders sonara la alarma sobre el peligro del TTIP, la candidata demócrata dio un giro de 180 grados durante la carrera primaria y juró destruir el Tratado Transpacífico que ella misma empujó desde hace años. Después de vencer a Sanders, sus portavoces buscaron matizar el desapego inicial al detestado tratado. O sea, que la renuncia al tratado no era ni es absoluta. 

En la encuesta llevada a cabo en junio por la encuestadora Morning Consult, basada en Washington, el 64% de los norteamericanos consideran necesaria la publicación de los discursos de Hillary Clinton a Goldman Sachs y los demás inquilinos de Wall Street. Curiosamente, a pesar del gran interés del público por esta información, la cobertura de los medios de comunicación norteamericanos a las revelaciones de Wikileaks ha brillado por su casi total ausencia.

El peligro de elevar temas de impacto emocional por sobre las noticias de importancia económica es grave. Los perdedores no sólo serán un electorado que está sufriendo una creciente desigualdad de ingresos, si no también los medios de comunicación corporativos, quienes cada vez más pierden la confianza del público. Esperemos que esta tendencia se invierta pronto, Estados Unidos merece algo mejor.