¿Vuelve el ruido a Cataluña?
Tras un apoteósico final del nacionalismo catalán en 2014, el comienzo de ejercicio ha sido más tranquilo en el debate político. Los diferentes horizontes electorales parecían haber reducido el ruido interno sobre el proceso soberanista. Las elecciones andaluzas, los últimos sondeos sobre intención de voto y los preparativos de las municipales parecían entretener a los agitadores de la cosa con otros menesteres.
Pero los partidos de orientación independentista y las dos entidades que les apoyan han vuelto sobre sus pasos a la vista de que la inactividad parecía reducir sus posibilidades de éxito. En las últimas horas han firmado un nuevo compromiso (el eufemismo de la nomenclatura es «hoja de ruta») para seguir con la excitación política y social alrededor de sus pretensiones separatistas.
El frenesí soberanista de los tres últimos años ha despertado también a quienes no están a favor de esa causa
Buena parte de los palmeros de ese régimen orgánico ya se han puesto el mono de trabajo. Nos dicen que habrá elecciones, que esta vez Artur Mas no fallará de nuevo y que en año y medio Cataluña puede ser independiente, Dios o las elecciones del 27S mediante.
Quizá también en su repliegue de los últimos meses figuren elementos intangibles sobre los que les cuesta admitir responsabilidad: cuánto más excitan a su parroquia en este debate de blanco y negro, también elevan de forma peligrosa la actividad y militancia de quienes no están por la causa independentista. Ése ha sido un efecto colateral que algunos estrategas nacionalistas no han advertido hasta darse cuenta de cómo se disparaba la intención de voto a Podemos y C’s, a la par que se reducían las expectativas de ERC y CiU.
Los comicios, sean de la clase que sean, causan alboroto. En Cataluña, sorprendentemente, con el ruido vivido en los últimos años, casi provocan sosiego. El 27S, si Mas convoca, habrá elecciones y son muchos quienes tienen ganas de acudir a las urnas. Por supuesto, todos los que salieron a la calle en los últimos 11 de septiembre. También, y eso es más novedoso, quienes son contrarios a cambios de 180 grados en el estado de las cosas.
Tanta estereofonía y tanto decibelio están provocando auténtica sordera política.