¡Viva la humareda!
Lo que busca la derecha con esta estrategia no es tanto limpiar la imagen de Pablo Casado como empañar la de Pedro Sánchez
Una vez leídas las más punzantes críticas a la tesis doctoral de Pedro Sánchez, la conclusión es la siguiente: una tesis más, normalilla, del montón.
Pero es una tesis, no un plagio, no un recorto y pego como el perpetrado por Carmen Montón, los ministros de Angela Merkel, la vicepresidenta del Parlamento europeo o el presidente Hungría, todos ellos dimitidos.
Con tanta batalla mediática no es fácil distinguir las salvas de la pólvora
Da igual, no se rata de mejorar la transparencia. Se trata de encontrar un punto flaco, o en caso contrario de inventarlo. El tema de la tesis desgasta al presidente porque los cañones de la derecha no consienten quedarse sin munición.
Con tanto ruido mediático no es fácil distinguir las salvas de la pólvora. No hay batalla sin fragor. La cuestión es disparar. ¡Viva la humareda!
Según los indicios disponibles, la tesis de Sánchez no contiene plagios de envergadura. Si así fuera, se vería forzado a abandonar la presidencia del Gobierno y la política con oprobio.
Aunque Sánchez se desgaste, le está ganando la batalla a Casado
Incluso en caso contrario, veremos como se multiplican los párrafos susceptibles de sostener la acusación de plagio, aunque sea torticeramente.
El desgaste de Sánchez está pues asegurado. Pero tiene defensa. Él somete su tesis a la lupa de sus rivales, mientras Pablo Casado esconde el trabajo que supuestamente exhibió ante la prensa pero que nadie ha podido leer.
Si ha de ser por el Tribunal Supremo, es probable que Casado no tarde en cerrar el flanco de sus irregularidades. En la judicialización de la política cuentan las afinidades políticas de muchos jueces y más aún de ciertos fiscales.
Si su causa es archivada, Casado se habrá salvado políticamente. Pero de todos modos está claro que cometió irregularidades. Su máster es un fraude, punible o no penalmente, pero fraude. El famoso trabajo, jamás lo va a mostrar.
La apuesta de Rivera es que Sánchez caiga por copión
Lo que buscaba la derecha no es tanto limpiar la imagen de su nuevo líder como empañar la de Sánchez. Lo ha conseguido, por lo menos en parte, aunque el fundamento sea inconsistente. Ensucia que algo queda. Esto es lo importante. Esto es lo que describe el momento político español.
Según algunos analistas, Albert Rivera debe de estar dando saltos de gozo. Sus esperanzas, propias de quien va perdiendo en la ruleta y decide doblar las apuestas a pesar de que el riesgo sea excesivo, consisten en la caída de Sánchez, por copión.
Convocatoria inmediata de elecciones con un candidato socialista improvisado y un Casado crucificado porque no dimite siendo mucho peores sus andanzas académicas que las de su fenecido rival.
Más que río revuelto, maremoto. Que se hundan todos menos yo. Si se ahogan o zozobran los demás, yo me salvo y a lo mejor hasta desembarco en La Moncloa, porque mi barquichuela sólo hace aguas. Como estilo político, deja mucho que desear, pero cada cual con su catadura.
No se fíen. Que no se confíe el líder de C’s. Mientras el voto conservador se divida en dos, el PSOE contará con la ventaja incuestionable de multiplicar sus diputados en las provincias vacías.
Si el PSOE no se hunde en los sondeos, que no parece que vaya a hacerlo, el principal obstáculo para que la derecha recupere el poder no se llama Sánchez sino Rivera.
Cambio de aliados en el Gobierno
No hay dos sin tres. Si un vaticinio está claro en la revuelta política española, es que van a ir a por Rivera. Para ser el de un periférico, su currículum es inmejorable. Azote de independentistas, manos limpias, regeneración, viaje del centro a la derecha. De poco le valdrá.
Roma no pagaba traidores. Madrid no paga servicios prestados. Si no le encuentran nada grave se lo inventarán, pero como mínimo lo van a desgastar seriamente.
Ahora que Pablo Iglesias se ha pasado al errejonismo, el PSOE puede contar con aliado fiable y poco exigente. Más aún, con un socio y rival electoralmente débil. El chalet de Iglesias ha obrado el doble milagro de transformar al insumiso Iglesias en perro faldero y el de convertir al gran rival del PSOE, Podemos, en contrafuerte de Sánchez.
Si Sánchez se salva como parece, y Casado no es defenestrado por el Supremo, lo cual sería muy raro, el objetivo a demoler va a ser Rivera. Rivera, el intruso, el que divide el voto de la derecha y así condena al PP a vagar por los inhóspitos aledaños del poder cuando podría instalarse en él casi de una vez por todas.