Aunque algún lector le podrá sorprender, no me cabe duda que afrontamos uno de los ciclos de la historia más emocionantes en España. Dudamos de si la Monarquía es válida, si debemos cesar al Rey –educadamente diremos que sí debe abdicar–, somos violados por Cristina Fernández de Kirchner –Repsol YPF– y tenemos a un Gobierno, de la mano de Luis de Guindos y Cristobal Montoro, sumiso y dedicado a amedrentar carpinteros y electricistas.
Vamos a no dar más vueltas al tema. Estos días todos los hechos se concatenan. Con un Rey en condiciones, podríamos tener cierta influencia sobre Argentina, pero ahora parece un poco complicado exprimirlo más. El Gobierno, por su parte, sigue gestionando mal, fatal, los problemas. Como decíamos columnas atrás el principal problema de estar en concurso de acreedores, como España SA, y no reconocerlo, es que el resto sí lo sepa. Provoca algunos abusos más o menos conocidos.
Pero el problema es más grave cuando tenemos un equipo directivo en España SA sobrepasado por las circunstancias. Hay gente para la que existen problemas y gente para la que existen soluciones de problemas. Lamentablemente nuestros políticos son de los primeros. Gente que en su vida nunca ha tenido un problema y que ahora es incapaz de solucionar nada.
Podríamos mirar atrás y calcular cuánto capital humano nos hemos cargado en este país. Como hemos citado en más de una ocasión, los teóricos de Universidades y Másters son fantásticos gestores cuando las cosas van bien. Pero cuando hay un miserable problema –ver Spanair– acostumbran a esconderse y a huir: where is Soriano?
Estamos en un país donde no se valoran los fracasos, no se aprende de ellos, por lo que cada vez que alguien fracasa es eliminado del sistema. Su experiencia es negada y nadie ofrece soluciones. Somos el país de los listos –perdón, donde nos creemos los listos– y así nos va. Como recordaba alguien, fuimos a un guerra, y nos regresamos entre silbidos imitando a las gallinas de otras tropas, y aquí nos pensamos el centro del mundo.
Llega cualquier presidenta populista de tres al cuarto –obviamente con toda la legitimidad democrática de Argentina– y tiene el suficiente arrebato para pisotear una de las empresas claves del país sin problemas. No hay que olvidar que el Gobierno en su ignorancia no contaba con ello, y por eso, algunos ministros, hasta minutos antes de la expropiación loaban todavía la salida negociada al tema.
Pero –y aquí el momento histórico del país– esa violación puede ser una posible tabla de salvación del Rey. Llevaba todo el día dando vueltas al tema de la actuación real en Bostwana y la verdad es que no había por donde cogerlo. Pero, claro, no olvidemos que, el ahora vilipendiado y ultrajado –quizás con motivos–, sigue abriendo puertas y creando respeto allende nuestras fronteras. Curiosamente aquí volvemos a la historia de siempre. Como somos tan listos, nadie se equivoca, y ahora lo vamos a crucificar, es decir, pediremos la abdicación.
Sin intención de crear polémica, soy de los que piensa que el Rey puede hacer en su tiempo libre lo que quiera, más faltaría. Pero quizás mis dudas de la mañana sobre cómo solucionar su estrepitosa caída de imagen –además de la caída real– pueden tener un atisbo de solución gracias a Cristina Fernández y Repsol.
Todo pasa por su equipo actual. Hace años desapareció Sabino –la inteligencia de la casa–, y desconozco el grado de conocimiento del equipo asesor del Rey. Es más, incluso dudo de si son capaces de hacerle levantar de la cama, aunque sea con muletas, y pegarle un grito. Pero ojalá alguno de ellos tenga el coraje de hacerlo, y ponerle en bandeja la oportunidad de rehacer su deteriorada imagen de forma rápida.
Sonará un poco bananero, pero seamos francos, lo de Cristina es más bananero. Ahora mismo lo lógico y coherente es meter a su majestad en un avión a Buenos Aires y que demuestre a los españoles que aunque él haga lo que le dé la real gana en su tiempo libre, cuando tiene de trabajar por el país, lo hace como el que más. Aunque tenga de atizarle –no literlamente claro– con la muleta a Cristina.
Alguno dirá y ¿el Gobierno? Bueno, me pregunto si además de incordiar a todo el mundo ¿está haciendo algo que no sea cumplir ordenes de Bruselas? Ya lo comenté una vez, peor que mentir es ser cobarde, y día a día este Gobierno está abusando más de la gente, endeudando al país, y todo tiene un límite. Gracias a Cristina hemos visto que hasta podemos ser chuleados directamente. Como decíamos cuando uno está en Concurso, como este Gobierno, chulerías pocas, y escuchar más. Todo lo contrario de sus actuaciones.
Rajoy, Soraya, De Guindos y Montoro, a ver si entienden de una vez que gestionar un problema es solucionarlo, no generar nuevos problemas. Y si no saben enfrentarse a un problema, sean humildes, y escuchen y si no, se pueden ir. Nada más claro.