Virtudes y paradojas del Festival Grec
El Grec ha tenido que gestionar una delicada frontera entre las dinámicas propias de un festival y los deberes de una programación de verano
Algunas de las virtudes de Festival Grec se explican artísticamente: buena programación, programas paralelos para niños y sensibilidad hacia todo tipo de géneros.
Otras técnicamente: mayor accesibilidad, política de precios y descuentos y comunicación. Resolver este tipo de requerimientos con criterio y eficacia es parte del trabajo del director o directora del festival y de su equipo.
La gestión de la cultura tiene intangibles que no se pueden prever
En general a ello han dedicado sus esfuerzos con similar intensidad todos los directores, pero a unos les sale mejor que a otros y no porqué la programación sea necesariamente de más calidad o las entradas se vendan con mayores facilidades.
La gestión de la cultura tiene intangibles que no se pueden predeterminar y que ayudan a modificar actitudes. Son impredecibles, pero existen.
Cesc Casadesús es un director del Grec con estrella que además llega a la dirección del festival en un momento determinante, no tanto porqué el anterior director hubiera dejado especiales lagunas en la gestión del festival sino porqué su mandato coincide con un cambio de gobierno.
A lo largo de su historia, el Festival Grec ha tenido directores con distinta fortuna
A lo largo de la historia, el Grec ha tenido directores con fortuna dispar y casi nunca en función de la calidad de la programación.
Las variables siempre han sido las mismas: trabajar con un presupuesto realmente bajo; producir con pocos recursos, y a veces con pocas ideas, espectáculos de gran formato para un espacio tan difícil como el anfiteatro; pactar con los principales agentes del sector la incorporación de propuestas que no siempre son propias de un festival pero que resuelven la economía de una sala en un mes tan complicado como julio y tranquilizar a los pequeños agentes del sector que tienen buenas ideas para las que apenas queda presupuesto.
Éstos son los temas que realmente deciden la suerte de un director del Grec. La programación internacional o la contratación de nombres rutilantes de la escena coreográfica, teatral o musical nacional es relativamente sencilla porqué solo depende de la capacidad de anticipación y de los recursos disponibles en la medida que se trata de producciones independientes del festival.
Evidentemente cada director tiene su propio relato, sus preferencias estéticas e incluso sus amistades personales.
Uno de los principales retos de Casadesús es gestionar cómo inaugurar el festival
Si analizamos la historia del Grec veremos que la programación internacional tiene paisajes y nombres comunes que trascienden a los periodos particulares de cada director: Jan Fabre, Ivo Van Hoove, Peter Brook, Teatre de la Complicité, Milo Rau, entre tantos otros son nombres propios del teatro europeo que difícilmente le pasarán desapercibidos a cualquier posible director del Grec.
El reto real del director del festival no es programar sino crear un discurso local y por eso las autenticas bombas que deberá sortear provienen de pequeñas paradojas y de conflictos mal resueltos históricamente. Uno de ellos es quizá el más letal de los asuntos que preocupan a un nuevo director: cómo resolver la inauguración del festival.
Las primeras tareas del nuevo director del Festival Grec
Se ha hecho de todo y raramente con resultados positivos. Casadesús, en cualquier caso ha ido por el camino correcto y ha encargado una producción nueva a un creador y a un colectivo local.
Eso debería ser casi obligado porqué en ultima instancia es el espectáculo que define la línea editorial del festival.
Casadesús tendrá que exhibir una gran capacidad de diálogo con los agentes del sector
Que salga mejor o peor depende de muchos factores, aunque no estaría de más que existiera un mayor seguimiento del proceso de producción con más interacción y dialogo porque al fin y al cabo el festival es el productor del espectáculo.
Las paradojas también son curiosas. El Grec siempre ha tenido que gestionar una delicada frontera entre las dinámicas propias de un festival y los deberes de una programación de verano.
En un caso el rigor es imprescindible, en el otro lo que cuenta es la capacidad de diálogo con los agentes del sector. A lo largo de los años uno y otro factor han provocado altibajos de todo tipo.
Por eso, entre otras razones, se abrió el anfiteatro en agosto. Una programación amplia a lo largo de todo el verano debería estimular a medio plazo el consumo teatral, permitir que el sector privado dependiera menos del Grec y facilitar su progresiva conversión en un atentico festival.
Este año en agosto el anfiteatro ha estado cerrado porqué una vez más los prejuicios y los intereses económicos han primado sobre el sentido común dejando que el Festival mantenga está extraña ambigüedad entre el Grec-Montjuic y el Grec-Barcelona que, en última instancia, es un eufemismo para definir la mayor parte de la cartelera teatral barcelonesa del mes de julio.