Villancicos antes o después de la investidura

En la negociación entre PSOE y ERC los enemigos no son el Estado ni los independentistas. Son PP y JxCat. De eso van las negociaciones

Se habla más del desgaste que conlleva el posible acuerdo entre PSOE y ERC para unos y para otros que del contenido real de la futura mesa de diálogo para resolver, según se supone y sólo creen los muy ingenuos o los muy hipócritas, la cuestión catalana.

En las negociaciones emprendidas, con plena determinación previa por las dos partes de investir a Pedro Sánchez, los enemigos no son el Estado y los independentistas. Tampoco el PSOE y ERC. Ni de lejos. El enemigo del PSOE es el PP y el de ERC JxCat. En cambio, la defensa debe de ser conjunta, y de eso, de las dificultades para conseguirlo, van las negociaciones.

Ramon Trias Fargas, irónico y certero maestro de la realidad política, diferenciaba entre muñeco y vestido y lanzaba sus lacerantes sarcasmos sobre los políticos que negociaban sobre el vestido (el texto, el revestimiento del acuerdo), en vez de hacerlo sobre su contenido real (el muñeco).

Aplicado por aquel entonces a la financiación autonómica, el principio se traducía en la alternativa entre cifra a traspasar y sistema. Cualquier sistema de cálculo puede arrojar resultados muy dispares, insistía, y quien tenga la caja, o sea el gobierno, decide según le convenga. Pero si el acuerdo es sobre el montante, el sistema, el vestido, se adapta, o sea que se apaña, para que dicha cifra resulte siempre y en cualquier caso de unos tan complejos como amañados cálculos.

Trasladada al precio que el PSOE debe pagar por la investidura, el muñeco, lo real, y al vestido que lo debe cubrir, la enseñanza del maestro Trias es diáfana y nos remite al cuento del rey que va desnudo pero al revés.

No hay muñeco, sólo hay vestido. No hay vía de solución, sino maneras conjuntas de cubrirse de los respectivos enemigos a fin de que los votos, o las abstenciones, de ERC no supongan costes excesivos para el PSOE e insoportables para los de Junqueras.

¿Cuál de los dos corre mayor peligro? Depende del lado de la mesa en el que nos sentemos. Bastante duro para las relaciones del PSOE con el establishment resulta ya el pacto relámpago con Podemos como para recibir un alud excesivo de improperios por acostarse con el diablo independentista.

En la diferencia sobre el ritmo de las negociaciones y la fecha de la investidura, lleva razón ERC

ERC, por su parte, puede presumir de que se juega el todo por el todo de la hegemonía. Gane quien gane el concurso de riesgos, reales o exagerados, es cierto que la próxima cita electoral del PSOE queda muy lejos (a no ser que pierdan por completo la chaveta), mientras ERC deberá medir sus fuerzas con JxCat en los próximos meses.

En la diferencia sobre el ritmo de las negociaciones y la fecha de la investidura, lleva razón ERC. La diferencia principal es de calendario: primero villancicos y luego investidura o primero acuerdo cerrado y luego villancicos. No les extrañe que, a la postre, investidura y villancicos vayan más o menos a la par. Lo normal, lo de manual, sería que después de una amago de ruptura con guión previamente escrita a cuatro manos.

Los analistas que no teman las burlas de los herederos intelectuales de don Ramon Trias Fargas deberían guardarse, pues, de analizar la sustancia real del futuro acuerdo en términos de salida del conflicto en vez de medirlo con desilusionante realismo por el alcance del desgaste para cada uno de los firmantes.

León Tolstoi escribió una de sus más profundas y menos comprendidas novelas, Hadji Murat, a fin de penetrar en lo más recóndito del alama de la figura del héroe-traidor, que acaba con la cabeza cortada después de unirse al enemigo, no sin muy poderosas razones.

Algo parecido se cuestiona aquí. Junqueras lleva mucha ventaja a Puigdemont, pero podría disminuir, teme, si abre demasiado el flanco y las acusaciones de unirse al enemigo le abran una hemorragia de votos. Van a por todas contra él, puesto que es desesperada y sin cuartel la lucha postconvergente por mantener la hegemonía, o sea la presidencia de la Generalitat.

El desgaste de Pedro Sánchez tardará en medirse. El de Oriol Junqueras puede estar a la esquina. Pese a tantas precauciones, tantos villancicos y tantos encajes y bordados en el vestido sin muñeco, puede que lo que tenga premio para ambos sea haber propiciado la distensión en vez de incrementar la temperatura y los decibelios de la confrontación.

Eso precisamente, escalar el conflicto y sus manifestaciones callejeras y mediáticas, es lo que pretenden PP y JxCat. Aunque no lo parezca, puede que lleven las de perder. En ausencia de solución, no es lo mismo proseguir con el enfrentamiento que darse un respiro.

Como no es lo mismo incrementar la represión que relajarla. De eso se trata. Puede parecer muy poco pero no se puede esperar nada mejor. Comparando con las demás alternativas, eso es bastante menos desalentador.