Victoria Álvarez: la lady Macbeth de Pujol Jr

La pasión y el dinero son hijos de un dios menor. Victoria Álvarez fue un personaje secundario de la saga financiero-política de los Pujol, pero llevada por algún impulso trágico, decidió convertirse en una lady Macbeth de bolsillo; abrazó el protagonismo después de recibir un ramo de rosas negras con el que Jordi Pujol Ferrusola puso punto y final a la relación entre ambos. Hoy sabemos que el primogénito de los Pujol es muy dado al teatro calabrés. Y eso duele,  genera resentimiento, como se vio el pasado viernes en la comparecencia de Victoria en la Comisión Pujol del Parlament, convertido en un plató de TV rosa.

Despechada por el abandono, Victoria decidió ofrecerle a la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) las cuentas opacas de Júnior; una confesión que acabó en manos del juez Pablo Ruz. Pero pasaban los días y, dado que su demanda dormía en las dependencias de la Audiencia Nacional, Victoria decidió sincerarse de nuevo. Esta vez lo haría en la Oficina Antifrau de Catalunya (OAC). Allí salieron los billetes de 500 euros metidos en el refajo y una perlita judicial añadida que traerá cola: la operación de blanqueo de Pujol Ferrusola en Puerto Rosario (Argentina). «Hay mucho más, como las operaciones en las islas del Canal y otras cosas que ya se saben, porque la gente ha perdido el miedo», amenaza Victoria. Parece, pues, que Puerto Rosario ya es el nudo gordiano del blanqueo de los Pujol. Las nuevas pruebas apuntan además al ex president Pujol y al mismo Artur Mas («el octavo hijo») que visitaron Puerto Rosario, para respaldar un gran proyecto portuario e inmobiliario.

Desde que se decidió a contar la historia, la lentitud de la maquinaria judicial ha hecho mella en el espíritu abatido de Victoria. ¿Cómo hacer estallar el polvorín? Metiendo de oficio a la Fiscalía. Fue así cómo un dedo instigador de las cloacas del Estado vehiculó el affaire hacia La Camarga, el restaurante cuyas paredes oían aquellos días trifulcas nacional-futbolísticas y secesiones territoriales. Victoria se sentó frente a Alicia Sánchez-Camacho (presidenta del PP de Catalunya), tocadas  ambas por el rancio españolismo que las adorna, en espera de que los micrófonos ocultos de Método 3 hicieran el resto. El polémico almuerzo fue montado por el socialista José Zaragoza (el segundo de Montilla), hombre de pinza PP-PSOE, por la propia Sánchez-Camacho y por Jorge Moragas, jefe de Gabinete de Rajoy y amigo de pupitre de Victoria Álvarez.

«Alicia y Zaragoza, dos amigos de momentos ociosos, montaron la comida de los micros secretos», confirmó Victoria en su comparecencia de anteayer en el Parlament. Al filtrarse a la prensa el contenido del almuerzo, Victoria se sintió traicionada por sus ex amigos del PP –ahora flirtea con Ciudadanos poniéndole ojitos a Carlos Carrizosa– e interpuso una demanda contra Método 3. Pero la retiró después, tras alcanzar un acuerdo con el dueño de la empresa de detectives, Francisco Marco, a cambio de 50.000 euros para Victoria y 80.000 para Alicia. Fue el precio de un silencio incumplido.

En fin, una historia desgraciada la de Júnior y Victoria. Se amaron como Cortés y la Malinche en el México de Moctezuma; no en la salud y en la enfermedad, sino  en la traición y la mentira. Todo por la pasta. La señora Álvarez no la necesita, porque se gana muy bien la vida en el mundo de las telecos (dice). Vive en la falda del Tibidabo y practica el running en la Carretera de las Aguas. Es dura de pelar, pero se dio de bruces en el corazón salvaje de Júnior, el gran cazador. Ella, tan conspicuamente española y él, gallardo capitán de los almogávares. Nacionalismo contra nacionalismo.

Victoria no denunció las tropelías de Pujol Ferrusola por miedo: «¿Te imaginas que yo hubiera denunciado a Pujol Ferrusola a los Mossos d’Esquadra cuando su amigo Felip Puig era consejero de Interior?». Ella conoce bien la ruta financiera del poder convergente. Está todo guardado en el despacho de Piqué Vidal (gestionado por la hija del penalista que fue abogado de Pujol en el caso Banca Catalana), del mismo modo que los secretos de Método 3 están en manos de Cristóbal Martell, el letrado de Zaragoza, Pujol, Millet, Alavedra, Prenafeta, etcétera, de casi todos. Así es el oasis catalán, un mercado persa de información penal cambalacheado entre bufetes, partidos políticos, empresas y fundaciones.

La murga sin fin de la impunidad vive en el Parlament-Plató de la Ciutadella, el antiguo arsenal de Felipe V. Fuera, en la calle, la entraña secreta de los Pujol se retuerce como una serpiente enroscada en el Call, la judería del casco antiguo. Y, en un caso así, nunca puede faltar Shakespeare: «Cuando la ambición de lady Macbeth se reflejó en el espejo, algo empezó a corroer su conciencia». Y el despecho la movió.