«Vente a Alemania, Pepe», de una vez

La economía alemana podría haber puesto la directa. Los datos del primer trimestre de este año son impresionantes: 1,5% de crecimiento trimestral, casi un 5% en tasa anualizada. No son sólo las exportaciones sino el consumo interno y las inversiones, supremo signo de confianza de los agentes económicos. Por primera vez en 20 años, menos de tres millones de parados y casi un millón de puestos de trabajo disponibles. En Alemania esto es muy cercano a la tasa estructural de paro. El crecimiento, dicen algunos analistas que tampoco habían previsto estos datos actuales, podría ser flor de un trimestre, pero la verdad es que los centros comerciales de las principales ciudades alemanes filtran cifras de ventas que sorprenden por su fortaleza y las grandes fábricas de automóviles anuncian aumentos de producción y facturación de dos dígitos.

En el «consciente» colectivo alemán, estas señales no ya de recuperación, sino de boom económico, son especialmente bienvenidas. Son las primeras tras la durísima reunificación y la reciente crisis. Veinte años de bajo crecimiento, de contención salarial, de rebajas en prestaciones, en definitiva de tristeza económica que ahora se compensa con una fiesta que a la vez aún engrasa más la propia fortaleza industrial alemana.

Los países vecinos –Polonia, Chequia y Austria– con economías muy integradas y dependientes del gigante alemán se apuntan a las celebraciones y anotan también tasas de crecimiento casi asiáticas. Pero, ¿y los periféricos?, ¿podremos participar también del empuje del primer país de la Unión Europea? En buena parte probablemente si, si bien de forma más atenuada que los vecinos más inmediatos y sobre todo dependiendo de lo que hagamos para aprovecharlo. Dicen los surfistas que cuando venga la esperada gran ola te ha de encontrar en el agua esperándola. ¿Estamos ya ahora subidos sobre la tabla y en el mar? En parte sí. En turismo, si bien nos coge como siempre con la reestructuración de la oferta pendiente, nuestras envejecidas instalaciones están ya a la espera de turistas centroeuropeos que hacía varios años que no cogían vacaciones. Si el tiempo nos acompaña –la geopolítica ya lo hace eliminando competidores norteafricanos-, podríamos tener una temporada récord que será, dada nuestra coyuntura, una bendición.

Los exportadores están también empaquetando pedidos. Afortunadamente muchos de ellos sí que han hecho ampliamente los deberes. ¿En qué más podemos aprovechar el empuje de Alemania? Pues, sobre todo, y en el supuesto de que esta expansión sea como parece consistente y se consolide durante unos ejercicios, nos podría dar una cierta válvula de escape a nuestra trágica tasa de empleo juvenil. Hay demanda selectiva pero importante en Alemania para profesionales españoles jóvenes (jóvenes porque pueden aprender y son fáciles de mover a otro país) formados en diversas disciplinas (especialmente técnicas) en las que, en España, tienen un futuro inmediato más que oscuro. ¿Qué hace el Gobierno, los gobiernos, para ayudar a canalizar esta demanda a nuestra necesitada oferta? Pues poco o nada, no sea que los acusen de colaborar en fugas de cerebros.

Hace unos días, en la tertulia La Plaza creo que a micrófono cerrado, el amigo Antón Gasol lanzaba la idea: «Hay que refundar seriamente el antiguo Instituto Español de Emigración». Esta vez para ayudar a gente mucho más cualificada que los trabajadores que salían de España en los años 60. Es cierto que a estos profesionales o pre-profesionales jóvenes se les pedirá un correcto conocimiento del alemán o, en algunos sectores como el financiero, del inglés. Pues se les proporciona. Y si alguien se acuerda demasiado del coste que ha representado para la universidad pública formar estos jóvenes durante años y del que ahora se aprovechará Alemania, se le debe decir que más caro y desmoralizador es mantener esta fuerza de trabajo sin esperanzas, sin la necesaria experiencia de un primer empleo estimulante.

Se me hace difícil creer que esta institución de intermediación laboral no esté, en el caso catalán iniciando legislatura y gobierno, en la hoja de ruta inmediata del conseller de Empresa. No he encontrado la medida en el Plan de Gobierno 2011-2014 pero, ¿quizá lo mantienen en secreto para que el impacto del anuncio sea más importante? Lo deseo. Planteando tantas medidas dedicadas a la inmigración, una para la emigración estaría bien. De hecho, estoy bastante harto de que, en los procesos de matriculación en postgrados nos vengan a ver chicos y chicas brillantes que sólo encuentran (y eso ahora!) ofertas para servir schnapps en Empuriabrava.