Veni, vidi, vici

La charla de Torra en Madrid paso desapercibida porque el 'president' y su movimiento han dejado de ser un factor clave de la política y la cotidianeidad

Quim Torra estuvo en agosto en Prada de Conflent, donde los independentistas de toda la vida hace muchos años que celebran un cursillo de verano al que llaman pomposamente ‘Universitat Catalana d’Estiu‘.

La elección del municipio del Sur de Francia no es al azar, responde paradójicamente a la nostalgia de los separatistas catalanes de los tiempos a los que el Sur de Francia formaba parte de España hasta que el Tratado de los Pirineos nos birló a la vez Perpiñán y Gibraltar.

En Prada, Torra anunció pomposamente que el 5 de septiembre viajará a Madrid, como si fuera a conquistar el Polo Sur andando, y que allí revelaría en una conferencia definitiva la estrategia que llevaría a Cataluña a la libertad.

Si ese mismo anuncio se hubiera realizado en agosto del ’16, ’17 o ’18 hubieran corrido ríos de tinta; toda la profesión periodista hubiera rebuscado entre sus contactos quien podía dar algún indicio de las medidas que iba a tomar el independentismo para responder “a la represión del estado que nos ahoga a los catalanes”.

El día 5 en Madrid centenares de medios de comunicación hubieran estado presentes en la sala y las TV hubieran conectado en directo tras lo cual García Ferreras en Al rojo vivo hubiera desgranado las medidas de Torra. Nada de todo eso sucedió.

La charla de Torra en Madrid paso desapercibida. El Canal de noticias de TV3, 3/24, conectó con Madrid quién sabe si por servilismo o por caridad, y ahí termino todo. Al día siguiente los medios daban cuenta de las amenazas de Torra dándole una credibilidad parecida a las de Kim Jong-un cuando afirma que va a destruir Manhattan.   

Los manifestantes de la Diada se mirarán con recelo: ¿tú eres de Carles Puigdemont o de Rufián?

Lo importante no es lo que dijo Torra, que no aportó novedad alguna, dado que se centró una vez más en la bravuconada de insurrección institucional y en lanzar a las masas a la calle no se sabe muy bien contra quién sino es contra ellas mismas. Lo fundamental es que Torra y su movimiento han dejado de ser un factor clave de la política y la cotidianeidad.

El tema estrella ya no es el separatismo, es si habrá gobierno, es la crisis, es el inicio de curso, es Neymar, es el brexit. Torra es como ese personaje de Asterix que amenazaba con no respirar si no se le hacía caso.

A su conferencia de Madrid faltó Gabriel Rufián, faltó el PNV, faltó Compromís, faltó Podemos… Los únicos que no faltaron fueron los de Bildu. Ayer en Madrid nadie del Gobierno fue a escuchar a Torra, y lo que es peor a la puerta del Hotel donde se celebraba el acto ni había un cordón policial ni nadie para insultar a Torra.

En el AVE, los habituales lo veían más como una curiosidad que como alguien a quien tener en cuenta. Los constitucionalistas generan más urticaria en los municipios de la Cataluña interior controlados por los indepes que Torra en Madrid y eso se lleva mal.

Torra eligió el 5 como fecha para calentar la Diada. A 72 horas de la Diada no hay duda que la misma será, como siempre, un éxito de público, dado que “es el día que la comarca nos visita” pero podemos tener la misma certeza que es un fracaso. Ya no hay CNN, ni BBC, ni novedad alguna. Un aire nostálgico con hedor de derrota flota en el ambiente.

Los manifestantes se mirarán con recelo: ¿tú eres de Carles Puigdemont o de Rufián? ¿Tú de la Elisenda Paluzie o del Òmnium? ¿Santiago Vidal nos engaño o sufría algún trastorno? ¿Era Cristóbal Colón catalán? ¿Por qué no estamos tan apretados como otros años?

Con los manifestantes agrupados por territorios para que así sea más fácil pasar lista, el jueves la lista de desertores y la pregunta de “¿Tú por qué no estabas?” será la más frecuente en la vuelta a la dura realidad de los separatistas de seguir en España y cotizando a la Seguridad Social.

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