Venezuela, ‘prueba no superada’ para el PP y Cs

Para Casado y Rivera, la tentación electoralista ha sido más fuerte que la de obrar con responsabilidad

Nicolás Maduro le hizo el domingo un inmenso favor a Pedro Sánchez: reconocer, con su habitual vulgaridad, al presidente español como el líder del ultimátum europeo que le pone plazo para convocar elecciones libres.

Hace tiempo que Venezuela es más un asunto doméstico que uno foráneo para la política española. La autoproclamación de Juan Guaidó como presidente encargado de la república suramericana ha servido para evaluar la madurez de quienes se denominan partidos de estado.

La tentación electoralista ha sino más fuerte para el Partido Popular y Ciudadanos que la de obrar con inteligencia y responsabilidad. Con ello ponen en duda su competencia diplomática cara al día en que, como aspiran, lleguen a La Moncloa. Y lo mismo le ha ocurrido a Podemos y otros grupos de izquierda, aunque por razones diferentes.

AGUAS INTERNACIONALES

Unos por ambición y otros por un acto reflejo de anti-imperialismo han desperdiciado la ocasión de demostrar el temple que se requiere para navegar por aguas internacionales. Su oportunismo ha sido un regalo para Pedro Sánchez.

Por mucho que Pablo Casado y Albert Rivera quieran negarlo, es preciso reconocer que el Gobierno ha respondido con acierto, hasta el punto de asumir un papel de liderazgo en la Unión Europea que hacía años no había logrado la diplomacia española.

Venezuela es capital para españa por razones geopolíticas, económicas y humanas

El desafío de Guaidó y de la democráticamente elegida Asamblea Nacional a la legitimidad que reclama Maduro es es un asunto capital para España por al menos tres razones: por su importancia geopolítica, derivada de la implicación de las primeras potencia mundiales; por su dimensión económica y empresarial, dados los intereses españoles en juego y, en un plano más emocional, por el factor humano que vincula a ambos países desde hace muchas décadas.

ERREJÓN: “ME EQUIVOQUÉ”

La respuesta de Podemos –“es un golpe de estado”— era la esperable de quienes consideran el chavismo como la materialización del populismo de izquierdas de Ernesto Laclau y su viuda, Chantal Mouffe. Para un político como Pablo Iglesias, admitir que Maduro ha convertido el socialismo bolivariano en una dictadura grosera es un imposible biológico.

La casualidad ha querido que la crisis venezolana estallara al tiempo que Podemos sufre la peor conmoción de su historia. Al causante de la misma, Iñigo Errejón, le ha faltado el tiempo o para abjurar del régimen de Caracas:  “Hice manifestaciones que ahora no comparto” declaró en una entrevista en El País el domingo. Sin llegar a apoyar a Guaidó, el nuevo Errejón pide elecciones cuanto antes para terminar la situación “desastrosa” creada por quienes antes fueron su modelo. 

PP y Cs quedaron en evidencia desde el momento en que Merkel y Macron secundaron la postura del Gobierno de España

La postura de PP y Cs, sin embargo, ha sido pegarse un tiro en el propio pie. El rédito electoral derivado de unirse en las calles con los venezolanos de Madrid y acusar de timidez y cobardía al Gobierno, palidece frente a la solvencia que hubieran mostrado de coordinar su acción con el Ejecutivo.

Solo tenían que acogerse a la razón de estado para abandonar, momentáneamente, su incesante labor de desgaste al PSOE en un asunto de auténtica importancia internacional. En su lugar, quedaron en evidencia desde el momento que sus referentes europeos, Angela Merkel y Emmanuel Macron, secundaron coordinadamente el ultimátum español a Maduro.

Hay momentos y asuntos en los que es obligado suspender la confrontación partidaria: terrorismo, violencia de género, narcotráfico y asuntos internacionales de gran trascendencia. En Venezuela hay 200.000 españoles; en España hay aún más venezolanos… razón suficiente para actuar con prudencia.

Por convicción o conveniencia, el PSOE se alineó con Mariano Rajoy para aprobar la aplicación del Artículo 155 en Cataluña en 2017. Con Venezuela, PP y Cs hubieran podido hacer algo parecido, aunque también fuera por simple conveniencia.

RAZÓN DE ESTADO

Conocer la frontera entre el interés de estado y el interés partidario es un rasgo imprescindible para cualquier formación que aspire a gobernar. Desatar a Dolors Montserrat y a Teodoro García Egea para que llamen “traidor” y “cobarde” a Sánchez equivale, en la práctica, a  ponerse en el mismo plano dialéctico que Gabriel Rufián.

Por mucho que el gobierno socialista sea errático, vacilante y poco efectivo, en la crisis venezolana ha actuado (hasta el momento, al menos) con habilidad. Casado y Rivera, en cambio, han evidenciado no solo oportunismo sino una notable ceguera. Si Maduro acaba por abandonar el poder, Pedro Sánchez se habrá apuntado el mayor tanto de su mandato.

Venezuela es una prueba que los líderes de la derecha no han superado. Es un dato a considerar en un año electoral.