Carlos Godó Valls, conde de Godó, instituyó en 1953 el trofeo tenístico que lleva el nombre del noble de la familia barcelonesa editora de La Vanguardia. Con el apoyo del Real Club de Tenis Barcelona (RCTB), propietario y anfitrión del torneo, año tras año, el torneo se ha convertido en una referencia deportiva del circuito tenístico internacional.
Dicho esto, año tras año, en el village del RCTB, lo del tenis es lo de menos. Durante una semana, por las carpas de patrocinadores, sponsors y otros paganinis desfila lo más selecto de la alta sociedad barcelonesa. El principal patrocinador es el Banc Sabadell. Como el banco que preside Josep Oliu es el que más paga, da nombre al evento deportivo: Barcelona Open Banc Sabadell. Salvo, eso sí, en los medios del Grupo Godó, que siguen denominando el acontecimiento por el nombre de su editor. Nobleza, y nunca mejor dicho, obliga.
Quien durante la semana del torneo no ha sido invitado al RCTB no existe, o cuenta poco. Sí, estimado lector, aquellos que no participan en algunos de los actos paralelos que se desarrollan en Pedralbes, tienen menos chance en el mundo barcelonés de los negocios a día de hoy.
El Open Banc Sabadell se ha convertido en una gran feria de las vanidades: ver y ser visto; saludar y ser saludado se han convertido en el motivo principal de asistencia. El tenis existe, pero sobre todo como coartada y para garantizar una repercusión mediática que siga atrayendo a los patrocinadores. Como millonarios bufones de la corte, los tenistas divierten a los asistentes, más preocupados de saludar a mengano que del revés de Rafa Nadal.
Los ágapes del mediodía no sólo alimentan a Prats Fatjó, la firma de servicios de catering de Joan Gaspart, sino que dan de comer en las instalaciones adyacentes al RCTB a la crema del mundo de los negocios. Eso sí, en mesas perfectamente jerarquizadas, que lo de la movilidad social y otros méritos no casa bien con el postín. El martes pasado oficiaban de anfitriones los dos principales patrocinadores: Oliu y Hereu (sí, el alcalde, que la ciudad también patrocina el acto social de trascendencia deportiva).
En la mesa presidida por Oliu una media de edad elevada. Allí sentó, a su vera, al conseller del digo y me desdigo de bajaros de momento los impuestos a los ricos, Andreu Mas-Colell. Junto a él, otro convergente, pero de la trastienda, Carles Sumarroca Coixet, fundador de Emte y de CiU, por citar sólo dos de las actividades que han dado aire a su grupo empresarial familiar. Les acompañaba Joaquim Gay de Montellà, presidente de Foment, entre otros comensales.
En la mesa del alcalde socialista de Pedralbes se sentaron las fuerzas vivas institucionales de la ciudad. Por ejemplo, Salvador Alemany (Abertis), Joan Gaspart (CEOE-Husa), Josep Lluís Bonet (Fira de Barcelona-Freixenet), Ricard Fornesa (La Caixa), Enric Crous (Damm) y, entre otros, Juan María Nin, director general de La Caixa.
Sentar a Oliu y a Nin juntos podría ser motivo de despido para los responsables del protocolo. Conocido es que la relación entre ambos después de su colaboración en Banc Sabadell es mejorable. Y sabido es que en un cara a cara personal saltarían chispas capaces de prender una grandísima hoguera de reproches mutuos. Hay quien duda de que fueran capaces de ir juntos a recoger billetes de 500 euros aunque se hubieran caído ante sus narices de un camión repleto. Pero nadie lo hubiera dicho a tenor de los abrazos impostados y prolongados que se dieron de cara a la galería de notables y a los anestesiados medios asistentes al ágape. Misión de relaciones públicas conseguida: los dos titanes financieros parecen reconciliados…
Y es que el tenis es como el Superglue. Ya saben, une mucho. Allí se come y se habla sin restricciones, con libertad. El entorno lo propicia: todos liberales; conservadores; unidos por los mismos problemas en sus empresas; un poco nacionalistas pero sólo si no afecta al negocio; convergentes del nuevo gobierno y convergentes sociológicos; peperos tímidos; algún socialista, pero sólo los de la Diagonal arriba; culés empedernidos; pocos pericos y los que lo son emboscados; cargos patronales; directivos de medios de comunicación…
En el entorno del tenis no es necesario lo de la democracia participativa, que eso de que la Constitución ponga siempre a la mesa a los sindicatos y algunas organizaciones de estas que viven Diagonal abajo es un pelín pesado. Y, además, suelen ser tipos que no usan corbata ni tienen clientes. Si los curritos quieren ver tenis de alto nivel, ¡ qué lo paguen de su bolsillo !. O, en su defecto, que hagan como las legiones de camareros y chóferes que se miran el espectáculo con una mezcla filosófica de asombro, distancia y admiración.
Las vanidades estaban todas (quizá faltó la de Enrique Lacalle, un profesional de la cosa), como la inmensa legión de coches oficiales que aguardaban a la puerta del RCTB. Un paseo por el Barcelona Open Banc Sabadell es mucho más instructivo que ir al Parlament de Catalunya si lo que se quiere visualizar es la verdadera jerarquía, relación y entendimiento de los poderes fácticos de la ciudad.