¿Vamos o venimos?
La verdad es que no lo tengo muy claro. Si uno sigue los cientos de declaraciones que cada día llegan a la redacción de un medio como el nuestro, no es fácil sacar una conclusión definitiva sobre en qué momento de la crisis nos encontramos.
Ayer teníamos, por ejemplo, las de un Francisco González, el presidente del BBVA, cada vez, por cierto, más dicharachero, en las que pedía intervenciones radicales en la banca “ante una situación cada vez más desoladora”, para acto seguido recomendar que se siga el modelo Banesto a la hora de entrar en entidades insolventes.
Teníamos, cómo no, las del agorero oficial del mundo mundial, el socialista perdedor de tantas y tantas batallas que pudo encontrar al final de su carrera política un sillón dorado gracias a la filosofía de casa común que Sarkozy impulsó al inicio de su mandato: el presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn.
La última que ha dicho este hombre ha sido con trazos gruesos, como no podía ser de otra manera. Asegura este veterano político socialista que la crisis es de extrema gravedad, tanto que… “pone en peligro la democracia”. Pues bueno.
Pero están también las de Mark Mobbius, el presidente ejecutivo de Templeton Asset Management y muy prestigiado gestor, que afirmaba ayer que ya había llegado el rebote, o algunos datos seguramente anecdóticos, o no, como el aumento de turistas alemanes (¡con las previsiones tan negras que hay en su país!), el repunte de la construcción en enero sobre diciembre y un etcétera bastante más corto de lo que nos gustaría.