Valls: valiente y patriota
Algunos grandes medios han rozado el provincianismo días atrás al informar sobre el nombramiento de Manuel Valls con titulares como “un catalán en el Matignon”. Aunque no hay nadie más francés que Valls, un tipo que trempa al escuchar la Marsellesa –había que verle como ministro de Interior—, hay que admitir la visión de aquellos diarios, que apelaban a sus orígenes barceloneses. El jefe del Ejecutivo francés ha demostrado que es capaz de inspirarse, con matices, en el catalan way: o sea, los recortes.
El drástico plan de ajuste del gasto público constituye una carta de intenciones inequívoca: es valiente, patriota y confía en sus conciudadanos. Se congelarán los salarios de los funcionarios, se reducirán prestaciones sociales y las pensiones. Francia tiene dos problemas: debe el 90% de su PIB y el paro alcanza el 11%. La intención es recortar ambas ratios. Si la estrategia de Valls se hubiera frenado aquí, se parecería a Rajoy o Mas.
Reduce el dispendio de las administraciones para aliviar al sector privado y lo consolida como única fuente de generar empleo. Es consciente, como parece no serlo ni Mas ni Rajoy ni nadie en España, de que es preciso para superar la crisis reducir el Estado, que nunca debería pesar más que empresas y ciudadanos, quienes lo pagan. Acorralando al déficit, garantiza la soberanía de Francia frente a sus prestamistas. Lo dicho, un patriota.
La intención de Valls es cumplir con el límite de déficit y dejarlo alrededor del 3%, de común acuerdo con Bruselas, desempolvando los tratados de Maastricht. Más que suficiente. El Estado no es, por mucho que repitan los tertulianos televisivos supuestamente liberales, como una familia o una empresa, que “no gastan más de lo que tienen”. Estupidez que si fuera cierta acabaría con el sistema financiero, que vive (o vivía), precisamente, de dar crédito.
El Estado debe endeudarse, bajo unos parámetros aseados, para llegar adonde el sector privado no alcanza. En ese sentido común parece gravitar Valls; un socialista de matices pero con proyección para sustituir a Hollande. Y es que no es lo mismo “vivir por encima de nuestras posibilidades”, con cierta capacidad de crédito, que gastar más de lo que se tiene o tendrá. Véase España.