Valls lo tiene crudo

Valls es descabalgado por quien le acogió y le dio una oportunidad y al mismo tiempo es humillado por su primera decisión de la izquierdista

Que no pocos periodistas olviden que para medrar en política se requiere una plataforma propia llamada base de poder tiene su justificación. Muchos de sus profesores universitarios lo ignoran o lo ocultan en aras del buenismo y el cuento del empoderamiento.

Ahora bien, cuando un analista, en este caso más de dos y de cuatro, se dedica a edificar castillos en el aire sin tener en cuenta el perímetro y la solidez de la base de poder de cada actor político, bien se le puede tildar de predicador o de interesado.

La guerra entre Rivera y Valls se basa en las respectivas bases de poder de sus líderes

El primer requisito para analizar una situación consiste en alejarse lo más que cada cual pueda de sus propias convicciones y preferencias. Aún sabiendo que la objetividad es tan difícil de alcanzar como la felicidad, orillarlas es lo contrario de intentar aproximarse a ellas.

Por mucha campaña contra Albert Rivera y a favor de Manuel Valls que lean y escuchen, quien pretenda analizar las posibilidades del ex primer ministro de convertirse en un protagonista destacado de la vida política española debe comparar ante todo sus respectivas bases de poder.

La de Rivera es formidable. Preside y controla una organización con miles de electos que viven y cobran cada mes gracias al partido. Si sumamos a los cargos designados en las administraciones municipales y autonómicas, que en las próximas semanas pueden ser de algún millar, estaremos en disposición de comparar.

Rivera conduce la nave y marca el rumbo de C’s, mientras Valls es lanzado por la borda

Rivera, no sé cuantos miles, Valls tres. No tres mil o trescientos, tres. Tres y a la intemperie. He ahí la realidad, el principio de la base de poder. Valls, circunscrito al consistorio barcelonés, Rivera, a lo ancho y profundo de España.

¿No basta? Rivera conduce la nave y marca el rumbo de C’s. Valls es lanzado por la borda. Rivera mantiene al partido unido. Los críticos están fuera, y allí seguirán, más lejos de influir en el líder cuanto más carcoma de resentimiento muestre.

Abramos un pequeño paréntesis a fin de desenmascarar las intenciones de los críticos de Rivera. A ver quien es capaz de iniciar y proseguir hasta la media docena un listado de los que antes le han apoyado.

Como mucho, la lista incluirá a un par de intelectuales, otrora padrinos de C’s, uno de los cuales a sueldo de un medio que, tras haber aupado sin descanso a Rivera a fin de dividir a la derecha, le persigue ahora por no regalar votos o por lo menos abstenciones al PSOE para la investidura de Pedro Sánchez.

Para fundar un partido son imprescindibles tres factores: el primero es el espacio; el segundo, el líder; y el tercero, los padrinos mediáticos

Rivera cabalga. Valls es descabalgado por quien le acogió y le dio una oportunidad y al mismo tiempo es humillado por la primera decisión de la izquierdista que convirtió en alcaldesa, consistente en colgar un lazo amarillo de gran tamaño en el balcón central del ayuntamiento. Glorioso.

Ante una descripción del panorama que pretende ser objetiva, es decir escrita sin tener en cuenta las propias preferencias, sólo queda espacio para la especulación. Y dado que en la paga de los analistas están incluida y son obligadas ciertas dosis de futurología, procede entrar en poco en las posibilidades de Valls para convertirse en caballo de batalla y líder de un partido macronista, de veras centrista y liberal en España.

Son escasas, muy escasas, diría nulas si no fuera por prudencia. Tanto por razones objetivas como subjetivas. Levantar un partido político no es como constituir una asociación. Para lo segundo bastan cuatro amigos.

Para fundar un partido son imprescindibles tres factores. El primero es el espacio. El segundo el líder. El tercero los padrinos mediáticos y económicos, más necesarios cuanto más a favor del sistema, en este caso la Constitución del 78, estén sus fundadores.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en un mitin en Navarra durante la campaña de las municipales. Sus discrepancias con Manuel Valls han aflorado. /EFE/JD

rivera abandona el centro

Una vez abandonado definitivamente el centro a manos de Sánchez, para Ciudadanos no va a ser fácil recuperarlo

Éramos pocos y la abuela es invitada a parir. Los que desean un nuevo partido centrista son de izquierdas o trabajan para el PSOE o viven de remar a favor de los socialistas.

Una vez abandonado definitivamente el centro a manos de Sánchez, no va a ser fácil recuperarlo. Ni desde la derecha ni desde una imaginaria maniobra de un nuevo partido centrista. Si alguna explicación tiene los vaivenes y las maniobras de Sánchez es su empeño en no abandonar el regalo que le hizo Rivera.

Segundo factor, el líder, o sea el propio Valls. Rivera no sólo le ha despedido sin contemplaciones sino que parece haberse puesto de acuerdo con Ada Colau para ridiculizarle.

La candidatura de Valls a la alcaldía fue regada primero con abundancia y luego, a medida que se eclipsaba su estrella y los empresarios le iban conociendo, cada vez más a regañadientes.

Tercer factor. Cuando no disimula, y cuidado que es mal disimulador, Valls es un engreído que cae mal, capaz de ofender incluso a quien se saca la cartera para ayudarle.

Los poderes fácticos

Los llamados poderes fácticos andan un poco hartos de experimentos con la política y los políticos. Sánchez no les cae bien, a Pablo Iglesias no quieren verle ni en pintura. Pero están muy dispuestos a acomodarse. Qué le vamos a hacer. Podría ser peor.

Por eso no van a combatir seriamente al gobierno socialista, sea de coalición o colaboración.

Y menos a liarse otra vez la manta a la cabeza para apoyar a un fracasado, fracasado en Francia, fracasado en Barcelona, que en vez de mostrar sumisión de lacayo como Rivera en otro tiempo, va por su cuenta propinando desplantes como si a los empresarios españoles no les gusta mandar sobre los políticos en vez de obedecerles como los franceses.

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