¡Qué paradoja! La persona que más puede hacer por el aeropuerto barcelonés de El Prat resulta que no es uno de los naturales que forman parte de la burguesía pensante y gobernante de este país. Su nombre es Fernando Echegaray y no tiene uno de esos apellidos con abolengo que se pasean por los consejos de administración de algunas grandes corporaciones barcelonesas, por el Parlament o por los diferentes grupos de presión e influencia de Catalunya.
Echegaray es catalán, pero es uno de esos “otros catalanes” que dibujó Paco Candel. Llegó a Barcelona, se aposentó en la ciudad, enraizó y se convirtió en el director del aeropuerto. Aunque siempre habrá algún fundamentalista que no se lo reconozca, ha hecho un notabilísimo esfuerzo para manejarse en catalán y se siente de aquí, para lo bueno y para lo malo.
Es uno de los profesionales que más sabe de gestión de aeropuertos en el mundo. Ha dirigido varios y además ha trabajado en algunas compañías privadas que se dedican justamente a eso. Joven y sobradamente preparado, este tipo puso en marcha la nueva terminal de El Prat, la T-1, una faraónica obra que ha convertido El Prat en una instalación aeroportuaria internacional de primer nivel.
Esta es una opinión compartida por muchos de los que promovieron aquel acto del IESE, que fue telonero de la ‘operación Spanair’. Ya les avanzo que no es sólo una opinión propia ni por supuesto original. Echegaray ha hecho más por el aeropuerto de El Prat de lo que hacen y harán la mayoría de los que tienen la palabra Catalunya en la boca permanentemente. Eso sí, Echegaray tiene un pecado original: es un empleado de AENA, ese ente gestor de la navegación aérea tan centralista y anacrónico. Cobra la nómina de Madrid y eso no siempre está bien visto en algunos cenáculos de Diagonal amunt.
Gracias a su flexibilidad, a su conocimiento de la operativa de las aerolíneas, a su interés en que El Prat aumente el porcentaje de ocupación de sus instalaciones, a su participación en el comité de rutas y, en definitiva, a la profesionalidad ejercida, Echegaray dejará la dirección de El Prat con vuelos intercontinentales, inexistentes antes de su llegada, y una módelica infraestructura preparada para crecer. Fíjense si lo ha hecho bien que AENA, su patrón (esos que por estar en Madrid nos parecen tontos), se lo lleva a dirigir los 47 aeropuertos españoles. Sí, con Madrid y Palma de Mallorca, incluidos…
Echegaray puede hacer más por el futuro del aeropuerto barcelonés de lo que Femcat, Volcat, el tripartito, el gobierno de los mejores y Spanair han hecho o harán. Es sencillo: es sensible a la realidad catalana, es uno de los nuestros, ha decidido residir en la Ciudad Condal y, por último, es un buen profesional. Como la inteligencia estratégica no es un bien que abunde por estas latitudes, sería bueno que los que tan obsesionados se han mostrado por nuestras instalaciones aeroportuarias se preocuparan ahora de aplicar una teoría pragmática, la llamaremos Pretty woman: “Háganle mucho la pelota, mucho, mucho…”