¿UPyD merece la disolución?
-¡Stalin ha muerto!
–¿Cómo?
–Que Stalin ha muerto…
–Ahh, ¿pero quién se lo dice?
Los círculos de confianza próximos a Rosa Díez y Mariano Rajoy probablemente recuerdan la vieja leyenda que rodea al líder comunista. Quizá se sienten identificados. Toni Cantó y Alberto Núñez Feijóo son conscientes de que sus cabezas de cartel han pasado a mejor vida política, pero desconocen de qué manera pueden hacérselo entender.
Los barones del Partido Popular están a punto de requerir orden de alejamiento; o de encerrar al presidente del Gobierno en el armario, emulando a algunos demócratas de los EEUU, como Al Gore (que precintó a Bill Cliton).
Díez acumula cierto expertise en pasar de la cumbre a la excomunión. Quien fue, no hace mucho, la política mejor valorada, relegando a Duran Lleida de semejante peldaño, es hoy por hoy uno de los mayores lastres que se conocen, pero se revuelve contra su evolución.
Es desconcertante que una política como ella, la única que ha ejercido la oposición a Rajoy, pero que además ha defendido con honestidad sus posiciones, se enzarce en una locura egocentrista que no conducirá a UPyD a ninguna parte, más que a la disolución. «No me voy», pero te quedarás sola.
El éxito de su partido, habla de «mis militantes», se ha agotado con la irrupción de Ciudadanos. Fenómeno que, como se ha dicho, no ha sabido gestionar. Si la actitud de la ex socialista es chirriante, la de los neo críticos (porque antes no lo fueron) con Díez llanamente descoloca. Defienden ahora lo contrario de lo que dijeron.
La posición de sus opositores se interpreta únicamente desde la vileza intelectual, la escasez de compromiso y los ánimos de supervivencia. Albert Rivera, probablemente, llevará el conteo de todos los piropos que Irene Lozano le ha dedicado. Ahora la diputada quiere otro acercamiento.
UPyD quizá merezca la disolución. La frescura que gozó mientras calzó pañales se ha esfumado con la misma maldad que gastan las grandes formaciones. Chaquetismo y verticalidad. Nadie admite ni un error y los dirigentes se hacen los locos cuando todo se tuerce. Defectos de casta: cero democracia, cero autocrítica. Se dejan el maxilar en Andalucía y hasta Rosa quiere irse de rositas… Este fin de semana se la juegan.
Si Díez corrige, puede rescatar los muebles; si mantiene su erre que erre, más vale que alguien llame a la funeraria por ella. Desde la autocracia que destila o la perfidia que percibimos en sus ex compañeros, no se puede optar a regenerar las instituciones. UPyD se traiciona a sí misma; pero, ¿quién se lo dice?