Unos presupuestos (los catalanes) de aprendiz
Nos pasó con Antoni Castells y nos vuelve a suceder con Andreu Mas-Colell. Son dos personas con un prestigio forjado en el mundo académico, cuyo paso por la política tiene claroscuros de diferente signo.
El actual consejero catalán de Economía, Andreu Mas-Colell, ha confeccionado unos presupuestos públicos que son de auténtica vergüenza. Además de seguir impulsando un modelo político carrinclón que queda tapado por el debate soberanista, la ley establece una nueva serie de tasas e impuestos que son el hazmerreír del mundo no infectado por las cuestiones de identidad.
Por ejemplo, establece mayor presión fiscal sobre algunos colectivos empresariales (empresas energéticas y de telecomunicaciones) a las que, casualmente, la Generalitat les debe ingentes sumas de dinero por suministros no abonados.
Parecerá casualidad, pero no lo es. Aquellos colectivos empresariales que no se entregan con absoluta pasión a la causa nacional van a recibir su ración de costes. Otra cosa es que esos mismos sectores, a los que se les quiere levantar cantidades que oscilan entre los 20 y los 45 millones de euros, saben que sólo tienen que acudir a la justicia para tumbar la iniciativa del Govern de la Generalitat.
Mas-Colell sacará adelante unos presupuestos que serán incumplibles. Ha sido condescendiente con algunos lobbys de presión (por ejemplo, el impuesto anunciado sobre las bebidas refrescantes y cuyo principal destinatario eran los embotelladores de Coca-Cola en España: Coca Cola Iberian Partners, presidido por Sol Daurella, esposa de Carles Vilarrubí, reconocido hombre de negocios convergente), pero ha caído sobre eléctricas y empresas de tecnologías de la información como elefante en cacharrería. No cobrará, lo sabe. Recurrirán y recurrirán hasta la saciedad, o hasta el Supremo, donde alguien les dará la razón.
Por tanto, Mas-Colell y Artur Mas habrán sacado adelante unos presupuestos que son falsos por la vía de los ingresos y, en consecuencia, para cuadrarlos no les quedará otro remedio que seguir recortando el gasto. Que tarden unos meses en decírnoslo solo dilata el problema, pero no lo soluciona.