Uno más que no llora por el cierre de la televisión valenciana

Se confirma el cierre de Canal Nou, la televisión pública valenciana. Permítanme que no derrame una sola lágrima por ella. Dos razones me asisten: la primera es profesional/deontológica, la segunda es empresarial/económica.

No es de recibo que una televisión pueda ser conducida por una caterva de periodistas que se lamentan de censura e imposiciones y que han aguantado el salario público durante demasiados años. Algunos, cuando hemos discrepado de algo, hemos tomado decisiones drásticas, incluidas las de abandonar la empresa para la que trabajábamos. Hoy es difícil, pero hace años era posible. No hacerlo es sinónimo de sumisión y, según cómo, de subordinación política. De comodidad y de estómago agradecido, así que basta ya de lamentos corporativos.

 
Lo del PP de Valencia es una desfachatez. No son los más indicados para dar lecciones de nada, aunque tengan razón

La segunda razón es que ningún gobierno puede mantener un servicio público si su coste rebasa lo razonable. El de RTVV había superado lo razonable en un estado de crisis económica y necesidad de ajustes de la administración pública. Consciente de que mis palabras serán mal vistas e interpretadas entre el colectivo, de un sesgo corporativo que huele a aceite de ricino, insisto en que, igual que dice Fabra, es insoportable que una sociedad cierre antes un colegio o un hospital que una televisión. Y lo mismo sirve para Valencia que para Catalunya.

Pero dicho esto, que tampoco nadie se engañe. Lo del PP en Valencia es de una desfachatez sorprendente. Si las urnas les vuelven a dar la razón, algunos habremos perdido el norte. Han robado, han manipulado y han engañado a la sociedad. Hay varias sentencias que avalan tal afirmación. Ellos no son los más indicados para dar lecciones de nada, incluido el cierre de una televisión pública, por necesario que fuera. Pero eso podría arreglarse en las urnas. De la misma manera que sería deseable que el debate catalán se sustanciara por idéntica vía democrática.