Una playa, un edificio y un letrero de caja de ahorros: ¿Alegorías de la crisis?

Mataró tiene una playa muy bonita conocida como la del Callao. Es amplia, de arena gruesa, con pinos. Hay un chiringuito donde el servicio es exquisito y los precios, también. Además hay un par de restaurantes de toda la vida que tienen la fama hecha y se dedican a maltratar a los nuevos clientes.

Preside la playa, si se puede decir así, un edificio horrible, desproporcionado, todo un homenaje al mal gusto. Cuando lo vi, imponente, descabellado, con un letrero anacrónico de Caixa Laietana, pensé que era la viva imagen de nuestra economía y de lo que queda. Permítanme explicarles el porqué.

Fuera de época

El anuncio publicita algo que no existe. Esta entidad, fundada en 1859 y que hasta 100 años más tarde no abrió una oficina fuera de Mataró (Argentona, 1965), se fusionó con Caja Madrid y otras cinco cajas a finales de 2010. Pocos meses más tarde quedaría incluida dentro de una nueva entidad llamada Bankia. El edificio, también se construyó en otra época, la de las películas de Esteso y Pajares corriendo detrás las chicas suecas en bikini. Una época en que el hormigón invadió las primeras líneas de todas las playas del país. Ambos nos recuerdan un pasado que un día pareció glorioso y que ahora todos queremos olvidar.

Omnipresencia

La desmesura del rótulo, que se ve desde cualquier punto de la playa del Callao, es un recordatorio desafortunado a los transeúntes que han de girar la cabeza molestos por el recuerdo de lo que creen que ha sido una gran estafa: las participaciones preferentes, un producto del que Laietana hizo un uso indiscriminado y que afectó a varios miles de pequeños clientes. Unos ciudadanos que día tras día afrontan una crisis omnívora con el añadido de haberse arruinado por haber confiado en «la caja de toda la vida».

Desmesura

Es un edificio altísimo, inmenso, gigantesco incluso para una ciudad como Mataró. Las preguntas son: ¿era necesario un edificio tan elevado en primera línea de playa aislado del resto? Por otra parte, ¿es bueno tener un sistema financiero hipertrofiado? ¿Es lógico que España tenga dos de los cuatro bancos más grandes de la Unión Europea? ¿Eran justos tantos beneficios cada año? ¿Hacía falta todas estas indemnizaciones millonarias? ¿Era necesario que el ex presidente de Caixa Laietana, el señor Josep Ibern, se retirara con 2,5 millones de euros de indemnización-jubilación?

Mal gusto

Cuando se construyó la finca, no debió hacer tanto daño a los ojos como lo hace ahora. Estoy seguro. Tampoco las cajas de ahorros parecían los desiertos de desesperanza en que se han convertido. La perspectiva que da el tiempo, no te la da ningún otro ángulo de visión. Que haya personas que han gestionado entidades con resultados por todos conocidos, que hoy estén disfrutando de generosas pensiones de jubilación, es feo, pero que un edificio así, nos lo recuerde cada vez que pasamos, me parece de mal gusto. No entiendo como no hay decencia para retirar, al menos el nombre de la entidad.

Reflexión

Muy a menudo la gente atribuye a la experiencia su sabiduría. Es falso. La gente no aprende. Comete una y otra vez los mismos errores. Las mismas personas incluso. Véase lo que ha ocurrido con la nueva aventura de Ruiz Mateos, Nueva Rumasa, y tendréis una generosa muestra. O lo que ocurre con todas estas empresas piramidales, el negocio de las que no es en realidad ningún producto ni servicio, sino la promesa de seguir engañando cada vez a más personas con más ambición que cerebro, y sobre todo que se creen mas listos que tú.

El sentido común nos dice que cuando un bien como la vivienda o el oro sube de precio indefinidamente, o cuando una empresa o sector gana dinero a espuertas y crece de tamaño durante muchos años, es que algo falla. Todos intuimos que se ha perdido el equilibrio. Si analizamos las ganancias en dinero y el crecimiento en oficinas de las cajas y de la banca año tras año, los últimos 30, veremos que casi nunca (excepto estos últimos cuatro años, por ejemplo) no han parado de crecer. Y en muchas ocasiones a un ritmo del 20% o el 30% anual. ¿Alguien tiene ninguna duda de que esto no era, ni es, ni será nunca sostenible?

Pues estaría bien que en la próxima burbuja, todos pusiéramos un poco más de cordura y no nos volviera a pasar lo mismo. Estaría bien.