Una moción táctica
La moción de censura a Mariano Rajoy planteada por Pedro Sánchez es, ante todo, una jugada estratégica que busca el interés personal
Cualquier moción de censura presentada sin un consenso sólido y duradero, y sin un programa consistente y coherente, es una moción táctica. Ese tacticismo que únicamente busca el interés personal o partidista.
¿Qué busca el PSOE? ¿Qué busca Pedro Sánchez? Atraer micrófonos y focos. Conseguir cuota de pantalla y titulares de prensa. Y subir al atril del Congreso.
¿Por qué? Porque necesita salir de la irrelevancia política y mediática. Porque necesita aprovechar cualquier oportunidad o momento que le sean propicios. ¿Para qué? Para auparse al poder o preparar el terreno para ello. ¿Cómo? Autopromoción y concesiones.
La táctica de Sánchez
El PSOE y Pedro Sánchez se promocionan cuando –aparece el conocido yudo moral de la izquierda- hablan de la obligación ética y democrática instrumentalizando, por cierto, a la ciudadanía por la vía emocional.
Y hacen concesiones –todo por la moción- a unos y otros con un programa a gusto del cliente. La política como autoayuda y como bazar. Low cost, por supuesto.
Hay que añadir que la moción de censura solo tiene sentido en tanto y en cuanto satisface –ilusoriamente o no- los intereses personales o partidistas de unos y otros.
Por ello –como decía al inicio-, estamos frente a una moción táctica o tacticista.
La moción de censura satisface los intereses del PSOE y Pedro Sánchez
La moción de censura –además de implementar la visibilidad de quien la presenta- satisface los intereses del PSOE y Pedro Sánchez. Porque permite tomar la iniciativa antes de las elecciones municipales, autonómicas, europeas y presumiblemente generales.
Porque posibilita la consolidación de la hegemonía socialista en el bloque de izquierdas y quién sabe si frena el crecimiento de Ciudadanos al identificarlo nada sutilmente con el PP.
Porque, incluso una derrota les beneficia al facilitar el argumento de “yo lo intenté y no lo conseguí porque me lo impidieron”.
El papel de la oposición
La moción de censura también satisface los intereses de una buena parte de la oposición. Para ello, vale todo.
Así –en un discurso telegramático propio del marketing y del juego de manos: eso no es un programa-, se promete una estabilidad imposible a tenor de los socios potenciales del líder socialista.
Sánchez promete todo lo que pidan Podemos, el PNV y quien se tercie
O se recurre a la lista de la compra –seguridad, pensiones, política de género o dependencia- para tener los apoyos o alianzas que se necesitan.
O se promete el cumplimiento de unos Presupuestos que el propio Grupo Socialista y el mismo Pedro Sánchez habían repudiado hace apenas una semana.
“Todo lo que quieras oír te lo digo y todo lo que me pidas, te lo prometo”, viene a decirles Pedro Sánchez a Podemos –que espera que el socialista se queme antes o después en el intento-, al PNV, a Compromís o a quien se tercie.
Como si del camarote de los hermanos Marx se tratará: “¡dos huevos duros!”, dijo Groucho.
El interés catalán
Y del secesionismo catalán, ¿qué? Al respecto, Pedro Sánchez propone “lealtad institucional”, “patriotismo cívico fundado en lo que nos une”, “restablecer los puentes” y “normalizar el diálogo”.
Veamos. ¿Alguien cree que el secesionismo catalán se conformará con ello? La respuesta es fácil: no.
A pesar de eso, el PDeCAT y ERC pueden apoyar la moción de censura. Otra forma de tacticismo para sacar tajada de un gobierno –si llega- débil.
De hecho, en este asunto, el tacticismo de Pedro Sánchez tiene su coda: no concreta por temor a la negativa del secesionismo. Cosa que el secesionismo sabe y puede aceptar. ¿Por qué? ¿Para qué?
De esta manera, el PSOE y Pedro Sánchez convierten la moción de censura en una suerte de plebiscito neopopulista -¡en un parlamento!- en beneficio propio.
De esta manera, una moción de censura que debería ser constructiva puede convertirse en destructiva. ¿Fraude?