Una dimisión necesaria

Lo teníamos por un tipo coherente, pero esta claro que el poder lleva a unos extremos a veces difíciles de explicar. El señor Mas, que ha metido una fantasía en la cabeza a muchos catalanes, no sólo no ha llegado a los 68 diputados que pedía, sino que ha perdido hasta una docena de los que ya tenía. Encima tiene el morro de pedir responsabilidades al resto, en vez de asumir las suyas.

Con la participación más alta de la historia de las votaciones autonómicas, podemos destacar el éxito de ERC, Ciutadans, CUP y, menor medida, de ICV. El fracaso absoluto de CiU y SI, que como vividores del sistema que son, sus líderes se disolverán y se apuntarán como mercenarios a otros grupos –tiempo al tiempo–. Y el mantenimiento del PP y, en menor medida, el descenso casi suave –visto lo previsto– del PSC.

Pero como decíamos hace semanas, este proceso se iba a llevar por delante a Artur Mas, y así ha sido. Nos acusaron de no entender a la gente, y parece que fueron otros quienes no les entendieron. Los resultados deberían hacer reflexionar al candidato de CiU que su fracaso debe ser asumido de forma personal, y no solo dimitir sino retirarse por completo de la política activa (hasta podría volver el tripartito). Pidió una mayoría concluyente y el pueblo, con un máximo de votantes, le ha dicho que no sólo no se la da, sino que le quita casi un 20% de sus diputados.

Volvemos a lo de siempre: quizás deba llegar la independencia algún día a Catalunya, pero un fracasado como Artur Mas no debe ser el guía del proceso ni un segundo más. Por dignidad, debe dimitir y retirarse de la política lo antes posible. Al menos entenderemos que finalmente ha escuchado a la gente.