Una Diada para todos
El 11 de septiembre se celebra el día de Cataluña que aquí llamamos la Diada. Ese día se conmemora la caída de Barcelona en 1714 en manos de las tropas borbónicas durante la Guerra de Sucesión Española. Este acontecimiento sirve a los nacionalistas para presentar dicha guerra como una guerra de España contra Cataluña, como si todos los catalanes hubieran sido austracistas y el resto de los españoles borbónicos o botiflers. Por supuesto, nada más lejos de la realidad.
De hecho, en Barcelona había una mayoría borbónica años antes de ese año mítico en el imaginario nacionalista catalán. El primer bombardeo contra la ciudad de Barcelona fue en 1705 y fueron precisamente los austracistas los que se dedicaron a tirar bombas desde Montjuic. Curiosamente, rara vez se habla de este desdichado acontecimiento en Cataluña.
Pese a evidencias históricas tan contundentes como el bombardeo de Barcelona demuestran que la sociedad catalana estaba dividida en su apoyo a uno u otro monarca, los nacionalistas han tejido todo un mito con buenos y malos. En la invención de su relato han llegado a decir que el 11 de septiembre se conmemora la pérdida de las libertades del pueblo de Cataluña. Afirmar sin ningún tipo de rubor que en la Cataluña de 1714 el pueblo tenía libertades es, cuanto menos, cuestionable pero deben de pensar que ningún hecho real tiene por qué acabar con su relato así que este fue el lema del tricentenario: «Viure lliure» (vivir libre).
Año tras año, los diferentes gobiernos de la Generalitat han optado por organizar unos actos politizados a los que no se sienten llamados la mayoría de catalanes. En las últimas Diadas, además, con la deriva independentista, esta politización y división de la sociedad se ha hecho todavía más patente.
Hay quien sostiene, como Ciudadanos y otros partidos, que sería mucho mejor que el día de Cataluña fuera Sant Jordi. El 23 de abril las calles de nuestra comunidad se llenan de libros y rosas y la gente sale a disfrutar de la primavera. Es como, si de repente, se hiciera oficial la llegada del buen tiempo, de los días más largos y soleados y las calles estallan en una belleza luminosa que reverbera en las flores que inundan cada rincón de nuestros pueblos y ciudades.
Sant Jordi es una celebración cívica y cultural que todos los catalanes sentimos como nuestra y en la que no existen ni bandos ni ideologías sobre los que posicionarse. Es por ese motivo que encarna lo que debería ser el día de Cataluña, un día de fiesta y celebración, un día para sentirnos orgullosos de nuestras lenguas y nuestra cultura, un día, en definitiva, para destacar aquello que nos une sobre lo que nos separa.
Curiosamente, no es un día festivo, algo que siempre me ha llamado la atención y que, precisamente por ser laborable, algunas personas no pueden disfrutar de él.
Son muchos los catalanes que no se sienten identificados con estos actos de marcado carácter ideológico. Estaría bien que la Diada fuera como las celebraciones del día del resto de Comunidades Autónomas, un día festivo en el que todos sus ciudadanos se sientan llamados a participar.
No por eso se debe dejar de festejar, ni mucho menos, el Día de Cataluña pero se puede hacer como un acto lúdico y festivo al que puedan venir todas las personas que lo deseen independientemente de su manera de pensar y de a quien voten, si es que votan. Una idea es, en el caso de Ciudadanos, celebrar el día de la Comunidad Autónoma con una paella en Premià de Mar. Nada mejor que compartir con todos los catalanes que lo deseen algo tan nuestro y tan de todos como es la paella.
La palabra paella viene del latín aunque parece que a nosotros nos ha llegado a través del italiano y se refiere a un tipo de sartén y, de forma metonímica, entendemos como «paella» lo que se cocina en ella. La paella tiene su origen en la Albufera de Valencia, nombre de origen árabe y ha evolucionado a lo largo de todo el territorio variando su composición aunque el mínimo común denominador es el arroz, que nos vino de China gracias a Alejandro Magno. Así, esa mezcla de orígenes y culturas ha dado lugar a un plato que es icónico de la comida española.
Así, pues, desde la diversidad, se puede celebrar todo lo que nos une en la Diada de Cataluña.