Una crisis y una oportunidad

El independentismo de ERC ha demostrado que está más enfocado a la coordinación y colaboración con el Estado que a dejarse por el espíritu del 1 de octubre

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. EFE

La detención y puesta en libertad del ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, nos muestra que a partir de hora las crisis serán asumibles y se podrán reconducir rápidamente. También se puede aventurar la hipótesis de que gracias a dicha detención se hace cada vez más necesario dar una salida política y judicial a Carles Puigdemont.

Cuando se produjo el referéndum ilegal del 1 de octubre, ni el independentismo ni el gobierno de Rajoy fueron capaces de delimitar ni controlar el perímetro de la crisis; ahora es posible hacerlo. Se puede controlar porque, hoy, lo que prima no es la confrontación con el Estado sino establecer el diálogo con él.

Hoy, el independentismo que gobierna, ERC, está orientado a conseguir la mejor coordinación y colaboración entre ambos gobiernos para hacer efectivos los fondos de recuperación que deben ser administrados desde Cataluña. Hay que sumar que ERC no quiere verse atrapado en la lógica de Junts per Catalunya basada en crear un solo partido independentista.

La oportunidad que ha abierto esta mini crisis es observar que ERC quiere liderar el diálogo y no se acompleja de los acuerdos logrados con el Gobierno español. El diálogo, entre otras cosas, puede permitir encontrar una solución a la situación de Puigdemont y el resto de “exiliados”.

Gracias la mini crisis creada por la detención en Italia de Puigdemont, la mesa de diálogo y negociación se convierte en el lugar destinado a centrar todas las expectativas del independentismo. Ya no se busca la confrontación ni la movilización en las calles. Se abre una oportunidad porque, en esta ocasión, la mini crisis que se ha producido ha servido para demostrar que ni Oriol Junqueras ni el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, se han dejado arrastrar por la tensión del momento, ni tampoco por las emociones.

Esta vez el independentismo catalán ha mostrado que los vientos del referéndum ilegal del 1 de octubre ya no gobiernan la nave del gobierno de la Generalitat.

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