Una alternativa económica mejor para España
Se necesita una política económica que apueste por el estímulo en lugar de la asfixia, por la modernización en lugar de la subsidiación permanente y por la capitalización en lugar del apalancamiento descontrolado público o privado
No está escrito ni forma parte de ningún tipo de determinismo histórico que, en cada crisis económica mundial que suceda, el desempeño de España deba ser de los peores. No puede darse por supuesto que nuestro país será al que más le afectará la crisis económica que sea y el que peor y más tiempo tardará en salir de ella.
No, la economía española no está marcada por el determinismo y en esta crisis está obteniendo los resultados que derivan de las políticas equivocadas que despliega el Gobierno.
Es decir, no tenemos un problema de país, tenemos nuestros desequilibrios que evidentemente determinan parte de la respuesta y evolución pero el hecho de que España haya sido la peor en esta crisis y esté siendo la peor en esta recuperación no es un problema de nuestro país, de nuestra actividad económica, es un problema de las políticas equivocadas del Gobierno de Sánchez.
El Gobierno de Sánchez no está haciendo una salida de esta crisis diferente a la salida de la crisis de 2008 como le gusta decir, está haciendo las mismas políticas, calcadas, que entre 2008 y 2011 nos hundieron más y hoy nos hunden igual: gasto público descontrolado, sin ninguna eficiencia, mal dirigido y ninguna reforma estructural de nuestra economía. No es de extrañar pues que la recuperación económica no aparezca sino que se aleje cada vez más, no es de extrañar el crecimiento lánguido que casi ni es rebote o que el consumo de los hogares en lugar de expandirse se retraiga y no es de extrañar que la salida de esta crisis de la mano de las políticas equivocadas esté generando cada día que pasa más y más injusticias.
No hay mayor injusticia, ni impuesto más injusto que la inflación y con el descontrol inflacionario el gobierno ha hecho como con el resto de señales de estancamiento económico: negarlo, restarle importancia y aplazar las medidas que deberíamos estar adoptando ya o que al menos deberíamos tener articuladas y anunciadas ya, para generar confianza. No puede decirse con honestidad a los españoles que la recuperación es justa o va a ser justa cuando la inflación se come sus salarios porque directamente los primeros que la sufren son los españoles con salarios bajos o con rentas y prestaciones bajas.
Y no es cierto que no exista en estos momentos una alternativa de política económica viable y plausible, la hay y pasa, en primer lugar, por hacer un análisis ajustado de la realidad y no desconocer las señales de estancamiento de nuestra actividad económica y, en segundo lugar, al tiempo que protegemos rentas, hacer las reformas estructurales en nuestra actividad para que la aplicación de los estímulos de los fondos europeos sean efectivos y ayuden a transformar nuestra economía en busca de mayor estabilidad, mayor crecimiento, mayor y mejor empleo.
Hay una alternativa mejor de política económica, claro que la hay. Una alternativa que rebaje la imposición como primera medida de estímulo, no en la carrera por bajar impuestos pero sí para ajustarlos a las necesidades de gasto en políticas públicas eficientes y aliviar a los que crean empleo para que lo mantengan y para que lo creen quienes lo destruyen. Debemos acometer la reforma de nuestro mercado de trabajo para eliminar la dualidad y rebajar la inaceptable tasa de temporalidad, a través de la denominada mochila austríaca usando para ello 10.000 millones de los fondos europeos como proponemos.
Hay que superar la incapacidad de Sánchez y Ribera ante el desaguisado del sistema eléctrico que ellos mismos han creado adoptando las decisiones precisas para eliminar de la factura eléctrica todos aquellos costes no energéticos que se imputan. Una alternativa mejor que afronte los desequilibrios de nuestro sistema de pensiones desde el acuerdo y el consenso en el Pacto de Toledo y que corrija el pequeño tamaño de nuestras empresas porque ese es uno de nuestros principales desequilibrios, desburocratizando e incentivando la ganancia de tamaño en la línea de lo propuesto, por ejemplo, por CEPYME esta misma semana.
Se necesita una política económica que apueste por el estímulo en lugar de la asfixia, por la modernización en lugar de la subsidiación permanente, por la capitalización en lugar del apalancamiento descontrolado público o privado, una política económica que no desconozca la realidad y se arremangue para transformarla.
Esto es lo que proponemos, conscientes del momento delicado por el que atraviesa nuestro país, de la incertidumbre en la que viven millones de españoles. Esta es nuestra responsabilidad como alternativa de gobierno, seguros de que para los españoles nada está escrito, que lo que ocurra en los próximos meses y años depende enteramente de nosotros mismos y que lo que tengamos que hacer deberíamos hacerlo, igualmente, por nosotros mismos como siempre hemos hecho los españoles a lo largo de nuestra historia.