Un Tea Party en Madrid

Raras veces alguien ha conseguido aglutinar por un largo período al centro-derecha en España. Ni personalidades de la integridad y la talla política de Cánovas o Maura. Parece que la derecha más inequívoca ahora vuelve a las andadas, al acecho de las pausas de Rajoy o de que parezca no afrontar los riesgos del secesionismo en Catalunya.

El PSOE no está en su mayor apogeo, pero también vemos cómo en el PP se reabre la batalla de Madrid, queda la sombra de Bárcenas, las cosas no salen bien en Valencia, en Baleares o en Catalunya y que, además, la menor conmoción todavía puede alterar lo conseguido de cara a la confianza de los mercados y en la eurozona.

El PP tampoco tiene candidato en Andalucía y la confección de la lista para las elecciones europeas puede ser un videoclip de carnicería política.

Detrás de una amalgama de cuestiones personales y tácticas de erosión, no ha faltado ni falta quien pretenda mirarse en el espejo más conservador del partido republicano en los Estados Unidos. El Tea party norteamericano emergió a consecuencia del fracaso electoral del senador McCain. Unos pocos intelectuales neoconservadores habían descubierto a Sarah Palin y la impulsaron como candidata a la vicepresidencia.

 
Un Tea Party a la española sería el mejor regalo de Navidad para el PSOE

Con las meteduras de pata de Palin, la irresolución de McCain al estallar la crisis financiera y con el efecto Obama, la Casa Blanca fue para los demócratas y allí siguen. La frustración consiguiente llevó al Tea Party. Aflora todos los días el dilema republicano: centrarse o quedarse al margen y es que, al fin y al cabo, los mejores presidentes republicanos gobernaron desde el centro.

De ahí que las tentativas de un Tea party a la española significarían derechizar al PP cuando parece más aconsejable centrarlo. Al refundarse la AP de Fraga como Partido Popular faltó el suficiente tino político, la “finezza”, para heredar lo mejor de la UCD de Adolfo Suárez.

Desde entonces el centro-derecha ha patrocinado sus propias incoherencias. La derechización del microcosmos político-mediático de Madrid es notable, a contrapelo de una sociedad que busca estabilidad y calma. De forma coincidente, en Catalunya la propensión mediática ha favorecido el soberanismo. Una derecha insurrecta y agitada por los personalismos agravaría la percepción ciudadana de una política que no solventa problemas sino que los genera.

Es sintomático que en Estados Unidos, el gurú de George Bush hijo, el estratega republicano Karl Rove, se esté dedicando a buscar un candidato de moderación que sepa reconciliar a los republicanos con el voto de centro. Un Tea party a la española sería el mejor regalo de Navidad para el PSOE. También para ERC. Que venga Karl Rove y lo vea.