Un solo pueblo está muy solo
Erre que erre con el mantra de “un sol poble”, un solo pueblo, que la primera vez que lo oyes te puede sonar hasta tierno. Hasta que comprendes que el verdadero significado de la expresión no es unir sino obligar a todo el mundo a marcar el mismo paso.
Fantástico reencuentro de servidora con la Diada, con el Sant Jordi que hacía tiempo, mucho tiempo, que para mí era una entelequia. En Madrid se celebra, pero no es lo mismo. Este año, la fiesta ha sido para mí tan alegre, rica y plena, que no ha habido manera de aguármela. Ni con los dos episodios de granizo que desertizaban las calles en un minuto… para, en cuanto asomaba de nuevo el sol, volverse a llenar de gente. Como el cava de burbujas.
Ese es el espíritu. Yo lo tenía claro desde la tarde del día antes, la tarde del 22, cuando asistí en representación de Ciutadans al Pròleg de Sant Jordi celebrado en la Generalitat con un montón de autoridades y de gente principal como el veterano escritor leridano Josep Vallverdú. Para estar a punto de cumplir 99 años se le veía muy entero y muy chulo allá sentado en su silla. Recuerdo que lo comenté con cierta admiración con la presidenta de la comisión de Salud del Parlament. Parte de esta admiración se esfumó al abrir Vallverdú la boca para lamentar “el uso casi instintivo del castellano que tienen muchos niños y jóvenes en Cataluña”. Como si hablar y amar una lengua oficial de tu país fuese un acto porno.
Pero en fin, allá donde hay sentencias de los tribunales que tratan de defender por lo menos el derecho a recibir un 25 por ciento de clases en castellano, Vallverdú ve “pinchazos judiciales” o, peor aún, intentos de convertir el catalán en una “lengua de segunda división”. Pues si la dejamos en sus antipáticas manos, seguro que cae a tercera regional. Vamos, hombre. Que el bilingüismo no muerde…
Al lado de este discurso rancio y trasnochado de Vallverdú, aplaudido como si tal cosa por Salvador Illa (¿estaría escuchando o aprovechando para pensar en sus cosas?), lo de Pere Aragonès parecía casi normal. Ojalá en tanto que presidente de la Generalitat se le hubiera ocurrido reivindicar la Diada de todos los catalanes, también de los castellanoparlantes, pero supongo que para eso que dicen de “ampliar la base” confían más en las subvenciones que en una verdadera apertura de política y de mente. Erre que erre con el mantra de “un sol poble”, un solo pueblo, que la primera vez que lo oyes te puede sonar hasta tierno. Hasta que comprendes que el verdadero significado de la expresión no es unir sino obligar a todo el mundo a marcar el mismo paso. Un solo pueblo siempre está solo, muy solo…porque no quiere saber nada de todos los demás. Ni de los que lleva dentro.
Seguimos. Después de una regocijada incursión en la Feria de Abril, donde me volví a encontrar a Aragonès, sólo que esta vez medio de incógnito (lo dicho, ERC quiere “ampliar la base” rociándola de subvenciones, no comprendiéndola ni respetándola…), llegó al fin la Diada en sí, el ansiado 23 de abril. Yo que vivo al ladito de les Rambles tuve un despertar florido y glorioso. Paseando paseandito me planté en la caseta de Ciutadans, en Rambla de Catalunya con Mallorca, y allí firmé felizmente ejemplares de “Girona”, mi traducción al catalán de “Gerona” de Galdós. Todo ello mientras leía partida de risa en no sé qué panfleto indepe que mis amigos y yo estábamos “españolizando” la Diada.
¿Qué necesidad, es más, qué posibilidad hay de españolizar algo que ya es español?
¿Qué necesidad, es más, qué posibilidad hay de españolizar algo que ya es español? En la novela de Galdós se ve claro cómo los defensores de Girona ante Napoléon defendían todo lo que había: Cataluña, España, la libertad…
El chaparrón nos obligó a ponernos a cubierto, como todo el mundo, pero en nada ya había vuelto a salir el sol. Y nosotros. Carrizosa me regalo la biografía de Tarradellas de Joan Esculies que acaba de salir. Comida con la familia, intercambio de besos y de rosas, y vuelta a la carga, esta vez en la caseta de Societat Civil Catalana. Vuelta a granizar justo cuando yo firmaba, esta vez codo con codo con Mario Garcés. Pero la lluvia trae buena suerte, dicen. Mira Feijóo.
Al caer la tarde me acerqué al Dry Martini, en cuyo mítico speakeasy (donde yo presenté el primer libro que publicaría jamás, una ingenua novelita de juventud titulada El dia que va morir el president…) se festejaba por todo lo alto el nacimiento de un nuevo suplemento cultural, el de El Periódico. Bueno, es más bien un suplemento de sólo libros, con dos coj…, los de Alex Salmon, que es el que lo lleva. Pues muy bien. Pues ya era hora. ¿Es o no es el verbo el origen de todo, la savia de toda cultura?
La fiesta estuvo estupenda y me encontré a cantidad de amigos. También estaba Pilar Rahola. Tenía mala cara, lo cual puede ser un dato. Incluso una base de datos entera.
Por lo demás te ibas encontrando sin parar con gente querida, con gente brillante e incluso con gente que es las dos cosas. El escritor Carlos Zanón. El artista Santi Moix. Periodistas de los que todavía dan aire a la profesión: Juan Soto Ivars, que no se había enterado de que estoy en el Parlament porque lleva no sé cuántos meses cambiando pañales, y le hizo mucha ilusión, Sergi Dòria, Núria Ribó, Lourdes Lancho…Vi a Jessica Albiach, muy guapa, por cierto, y al verla me di cuenta de que había poquitos diputados en la sala. Mal. El doctor Esteller, que me pregunto por Inés Arrimadas y por su marido y me pidió que les mandara recuerdos. ¡Loquillo! Y su biógrafo Felipe Cabrerizo, que también lo fue de Serge Gainsbourgh…Ay.
Al salir te daban una bolsita monísima de tela conteniendo pues esto, la primera expresión impresa del nuevo suplemento: qué vuelco al corazón al ver toda la portada ocupada por la cara de uno de mis escritores favoritos, el turco Orhan Pamuk -le entrevisté una vez en EE.UU, y guardo de él el mejor de los recuerdos- con el maravilloso titulo de ¡Viva la Libertad!.
Y al día siguiente Emmanuel Macron ganó las elecciones en Francia. ¿Qué más se puede pedir? Bueno, que nuestro solo pueblo deje de estar tan solo. Pero cada día falta un poco menos…