Un sistema de financiación con todos y para todos

Este Gobierno socialista ha dado muchas muestras de que se mueve sólo para cumplir con sus objetivos políticos y la financiación de las comunidades autónomas no es una excepción

El sistema de financiación autonómico constituye sin duda una pieza clave en nuestro estado de derecho. Porque es el que tiene que permitir que las comunidades autónomas dispongan de autonomía financiera para el ejercicio de sus competencias. Y no es un tema menor, si tenemos en cuenta que son las comunidades autónomas las que llevan el peso del Estado del bienestar en España.

Ellas son las responsables de prestar servicios sanitarios, educativos, y los servicios sociales. Es una gran responsabilidad y para ello, para poder ejercerla, tienen que disponer de los recursos suficientes. Así lo establece nuestra Constitución. Todos los españoles, con independencia del lugar donde vivan, tienen derecho a que se les presten los servicios públicos con la misma calidad.

Esto supone el cumplimiento del principio de igualdad, uno de los principios básicos de nuestro sistema democrático, que debe de ser garantizado por todas las administraciones públicas. Es evidente que no en todos los territorios de España se dan las mismas circunstancias y que todas las comunidades autónomas no disponen del mismo nivel de recursos.

Las comunidades autónomas son las que llevan el peso del Estado del bienestar en España

Es obligación del sistema de financiación dárselos, garantizárselos, impedir discriminaciones. Por eso, una vez más nuestra Constitución establece los principios de solidaridad, de suficiencia o de equidad. No son principios vacíos, hay que cumplirlos, hay que darles contenido, para garantizar la igualdad real entre todos los españoles. Es una realidad que no se cuestiona, que el actual sistema de financiación no ha cumplido con esos objetivos. 

Es cierto que se ha sometido desde su aprobación en el año 2009 a situaciones que eran de muy difícil previsión en ese momento. Han tenido lugar dos crisis profundas que han sacudido a nuestro país estos años y que han puesto en jaque a ese sistema de financiación. Pero podemos afirmar que ha fallado en las dos. Por muchos motivos, pero quizá el que está en el origen de todos es el propio nacimiento del sistema. 

El Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero diseñó un sistema de financiación a la carta, negociado de forma bilateral con una comunidad autónoma a espaldas de las demás. Y después lo impuso al resto de comunidades, a través de un chantaje institucional impropio de un Gobierno de España, obligándoles a firmarlo bajo la amenaza de no recibir recursos adicionales que eran claves para las autonomías. Por tanto, el sistema de financiación vigente empezó de la peor manera posible y eso ha tenido consecuencias muy graves. 

El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero participa este domingo en un mitín en León. EFE/J.Casares

Un sistema de financiación que no contentó a nadie, que no gustaba a nadie, ni siquiera a aquellos que fueron los promotores del sistema, y que para sorpresa de todos se colocan en la primera línea de la crítica. Para diseñar un buen sistema de financiación es imprescindible aprender de los errores del pasado y no volverlos a cometer. 

El consenso, el diálogo, la transparencia en la definición de todos los criterios que va a tener. La multilateralidad, esa palabra que le molesta tanto al Partido Socialista, que acaba de rechazarla una vez más en el Senado esta semana, significa contar con todos y negociar con luz y taquígrafos. Y aquí se plantea la primera gran duda. 

¿El Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a contar con todos? Lamentablemente todo apunta a que no. Este Gobierno socialista ha dado muchas muestras de que se mueve sólo para cumplir con sus objetivos políticos y la financiación de las comunidades autónomas no es una excepción. 

Para diseñar un buen sistema de financiación es imprescindible aprender de los errores del pasado y no volverlos a cometer

Lo hemos visto muchas veces a lo largo de estos cuatro años. Lo vimos cuando se negó a pagar a las comunidades la actualización de las entregas a cuenta, con la excusa de que teníamos un presupuesto prorrogado, incumpliendo el sistema de financiación vigente. Se lo dijimos desde el Partido Popular, nos lo negó y al final lo hizo. ¿Cuándo?. Antes de las elecciones generales. Curiosa coincidencia. 

Lo volvió a hacer al repartir los fondos Covid a las comunidades autónomas. En vez de utilizar los criterios transparentes que ya todos conocíamos, del sistema de financiación, iba variando de criterios dependiendo del fondo, sin una explicación técnica, perjudicando a unas comunidades y favoreciendo a otras.  

Lo mismo está ocurriendo con el reparto de los fondos europeos Next Generation, que se reparten en función de criterios distintos, sin base y que sorprendentemente benefician a unas comunidades, gobernadas por el PSOE y perjudican a las comunidades gobernadas por el Partido Popular. Lo que parece es que parten del resultado que quieren conseguir y a partir de ahí, fabrican los criterios a la carta que les permite conseguir ese resultado. El mundo al revés. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), la vicepresidenta primera Nadia Calviño (c), y la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. EFE/Kiko Huesca

¿Y dónde queda la igualdad entre todos los españoles? ¿Por qué se olvida que son las personas las que reciben los servicios públicos y no los partidos políticos que gobiernan los diferentes comunidades autónomas? ¿Por qué se están haciendo españoles de primera y españoles de segunda?.  

Porque los intereses políticos para este Gobierno son lo primero, el interés general ni les ocupa ni les preocupa. Es un gobierno débil que se tiene que apoyar en sus socios, los que le llevaron a la Moncloa, para poder seguir gobernando. Ese es su máximo objetivo. No el bienestar de los españoles. No que reciban sus servicios con la máxima calidad. No garantizar la igualdad entre todos. 

Y éste, desgraciadamente, es el peor escenario para la negociación de un sistema de financiación autonómica. Pero no perdamos la esperanza. Hay otro camino y todavía hay tiempo para tomarlo. 

Hay que conseguir un nuevo sistema de financiación que esté centrado en las personas, no que esté centrado en los territorios; que se formule a través del diálogo con todas las comunidades; que tenga criterios objetivos que permitan durar en el tiempo; que sea transparente; que al final de ese sistema de financiación no podamos hablar de comunidades ganadoras y comunidades perdedoras, sino que los que ganen sean los españoles, que tengan acceso a los mismos servicios con independencia del sitio de España en el que vivan. Eso es lo que merecen. Por eso hay que exigirle al Gobierno que rectifique, que tenga altura de miras, que anteponga el interés general al partidista para que de verdad consigamos un sistema de financiación con todos y para todos ¿Lo hará? Veremos…