Un plan oculto
Pedro Sánchez va trazando el sendero de la cesión, aunque haya exigencias imposibles de asumir por un gobierno democrático
Más allá del ruido parlamentario y del ‘rifirrafe’ entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, se va perfilando el plan que tiene el presidente socialista con Cataluña. Porque lo tiene. Esta semana ha ido dando algunas claves.
La rebaja de la calificación de las penas de los presos del ‘procés’ y el cambio de alianzas para un futuro gobierno de la Generalitat es lo que se está cociendo en los fogones de la Moncloa. Entre otras cosas. Con ayuda de Pablo Iglesias.
Es pronto para discernir si Pablo Casado tiene una estrategia radical frente al presidente del Gobierno
Por eso, el reproche de Casado a Sánchez sobre su dejación ante las exigencias de los secesionistas catalanes cambió el guion del debate en el Congreso. Pero dejó en evidencia que el inquilino de la Moncloa, no sólo no puede romper con quienes le apoyan, sino que está diseñando un mapa de alianzas concebido para un futuro gobierno autonómico.
Por eso Casado forzó tanto su oposición al presidente de gobierno en la penúltima sesión del Congreso. Aún es pronto para saber si tiene elaborada una estrategia radical, o tan solo está utilizando un lenguaje forzado con trazos efectistas.
Si su discurso obedece a la frustración después de que su partido haya perdido el poder tras un golpe de mano parlamentario. O su actuación política obedece a una reacción a la frivolización de la política de Sánchez.
Para muchos expertos, el penúltimo pleno del Congreso fue un punto de inflexión en la relación PP-PSOE
Pero la recriminación sobre la complicidad de Sánchez con el «golpe de Estado que se está fraguando en Cataluña» fue tan contundente que muchos analistas creyeron oír lo que no se pronunció ( !le llamó «golpista»!) .
Y otros tantos consideraron que lo que se produjo en el penúltimo pleno del Congreso fue un punto de inflexión en las relaciones entre el gobierno socialista y el principal partido de la oposición.
El comunicado oficial emitido por Moncloa solemnizaría la ruptura de unas relaciones que, en realidad, no existían. Desde que Sánchez recibió por primera vez a Casado el pasado mes de agosto, apenas ha existido contacto entre los dos líderes.
No puso en cuestión la decencia del presidente de gobierno, como llegó a hacer Sánchez con Rajoy en un debate televisivo de infausto recuerdo durante la campaña del 2015. Pero le acusó de ser » partícipe y responsable» del golpe independentista en Cataluña.
Y como no retiró su acusación, el presidente solemnizó una ruptura de relaciones inexistentes. ¿Postureo? ¿Victimización? ¿Ley del embudo?. Plan oculto que irá desgranando según los acontecimientos.
Quim Torra, le ha amenazado con la retirada de apoyo tanto si no hay referéndum de independencia como si «alguno de los presos es procesado y condenado» con una abrumadora movilización por la República independiente.
Exigencias imposibles de asumir por un gobierno democrático. Pero Sánchez, como necesita de su apoyo, va trazando el sendero de la cesión. Sus socios de la Generalitat quieren derogar la Constitución en Cataluña pero no rompe relaciones institucionales con ellos.
La estrategia de Pedro Sánchez
Al contrario. Acaba de dar un paso más hacia la atención a sus exigencias. ¿No quería ERC que el gobierno hiciera un gesto ostentoso ante la Fiscalía para que retire los cargos de rebelión y sedición contra los procesados? Pues ya lo tiene.
Sánchez, al decir en sede parlamentaria que el delito de rebelión no es aplicable al caso catalán, acaba de enviar un guiño a los secesionistas y un aviso a la Justicia. La Fiscalía verá lo que hace.
Pero el presidente no es partidario. Los nacionalistas vascos le aplauden. Los catalanes toman nota aunque les parezca insuficiente. Ni una referencia al cerco a los funcionarios policiales , con el destrozo de vehículos policiales, ni una mención a la ocupación de los colegios electorales, tampoco al asedio en los hoteles que albergaron a los cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado antes y después del 1 de octubre.
Mientras tanto el ‘copresidente’ Iglesias va allanando el camino. Tenía pendiente la segunda parte de la cena de verano en la que él y Junqueras hablaron de alianzas tripartitas de las que quedaría fuera las siglas de Puigdemont.
Iremos viendo cómo van encajando las piezas.