Un paso adelante, dos pasos atrás: un balance electoral de urgencia

En 1904, en pleno debate sobre la organización del partido del proletariado, Lenin escribió un folleto en el que ironizaba sobre la conducta de los mencheviques (la minoría), por oposición de los bolcheviques (la mayoría), y les acusaba de ser capaces de dar un paso adelante para, a continuación, retroceder dos pasos. De ese modo, cada vez que participaban de una acción popular y se ponían a la vanguardia, luego actuaban hasta conducirla a la derrota.

Al final ganó Lenin y ustedes ya saben lo que pasó después: el partido bolchevique protagonizó la Revolución de 1917 y los mencheviques recogieron sus bártulos, proclamaron estar engañados y tomaron partido en contra del proceso. En otros términos, después de haber dado un paso adelante y estar en primera línea se sintieron traicionados y dieron, efectivamente, dos pasos atrás.

El soberanismo sigue vivo

Les cuento esto porque es una buena metáfora de lo que puede que esté ocurriendo en Cataluña. Y lo es en un doble sentido. Digamos, de entrada, que la participación en estás última elecciones es superior (70,18 %) a la que hubo en 2011 (66,82 %) pero inferior a la espectacular participación del pasado 27S, que fue del 74,95 %, lo que reafirma el carácter plebiscitario de los comicios catalanes, pues esa participación lo deja clarísimo.

En este caso, además, el bloque partidario del derecho a decidir –En Comú Podem, ERC y DiL– son otra vez mayoría. O sea que, a pesar de que la victoria en estas elecciones es para En Comú Podem, la realidad es que el empeño soberanista catalán sigue vivo. Esa puede que sea una de las primeras manifestaciones de lo que decía Lenin respecto al paso adelante seguido de los dos pasos atrás.

El dilema de Mas

Teniendo en cuenta que En Comú Podem no se presentaba como un grupo independentista, a diferencia de ERC y DiL, la marcha hacia la independencia va a ralentizarse. La izquierda catalana va a entrar en un estado de excitación que probablemente pondrá en un brete a ERC. Estoy seguro que la caza contra Artur Mas, que resiste pero perdiendo fuerza, arreciará y puede que incluso le cueste la presidencia.

Ahí es cuando el presidente en funciones deberá resolver un gran dilema, puesto que su dependencia de la voluntad de la CUP le está desgastando de tal manera que intentar gobernar con la inestabilidad demostrada durante estos dos meses, dejará exhausto a su electorado y puede minorizar aún más el espacio político que representa.

Puede que haya llegado la hora de tirar la toalla y decidir que si no se quiere dar un paso adelante para después emprender los dos pasos atrás, lo mejor es reorganizar sus fuerzas y dejar paso a una nueva opción. El proceso soberanista es lo más importante que ha pasado en Cataluña en los últimos tiempos y se deben tomar las decisiones que sean las más oportunas para no perjudicarlo. Sé que en CDC podrían resistirse a este cambio y argüir que ERC ha trabajado de forma muy desleal para llegar a este escenario. Da igual. La realidad se impone y la grandeza se mide por imitar lo mejor de la política y no sus miserias.

Francesc Homs y CDC pueden estar contentos con sus resultados, porque estas elecciones no le podían salir bien de ninguna manera y a pesar de ello ha salvado la cara. La mejor noticia para él y para el espacio político que quieren representar es que sólo DiL representa a los independentistas moderados de Cataluña y a los liberales progresistas, por oposición a los liberales conservadores de C’s, que encima son rematadamente unionistas.

Además, UDC ya es hoy un partido extraparlamentario -con menos de 60 mil sufragios- y sólo Demòcrates de Catalunya —coaligados con CDC en DiL—, será el partido de los democratacristianos. En este sentido, la frase de Lenin podía invertirse y los dos pasos atrás se podrían convertir en un paso adelante definitivo. Los moderados hoy se han quedado en casa y este es un mal augurio para Artur Mas.