Un nuevo Besteiro

“Vuelve el PSdG”, sostiene el señor Besteiro, nuevo líder del partido, la marca gallega del PSOE. Besteiro lleva un apellido de viejas resonancias en el socialismo español. El catedrático Julián Besteiro fue uno de sus dirigentes históricos en el primer tercio del s. XX. Catedrático de Lógica, alcalde de Madrid y presidente de las Cortes Constituyentes en la República, encabezó el partido y la UGT cuando murió Pablo Iglesias.

Bien. El abogado lucense Gómez Besteiro nada tiene que ver con aquel D. Julián, madrileño, hijo de gallegos. Familiarmente, por supuesto, e ideológicamente no lo sé, porque el pensamiento político de la nueva cabeza rectora de los socialistas gallegos aún es una incógnita para la opinión pública.

Quizás lo más novedoso del cónclave socialista de este fin de semana resida en la foto de todos los anteriores secretarios generales del PSdG con el nuevo Besteiro. Ya es significativo que llame tanto la atención un retrato que, en buena lógica, debería de ser normal y poco más que protocolario. Pero lo cierto es que se trata de una imagen nunca vista. Todos los “ex” que rodeaban a Besteiro vivieron o participaron en crudas luchas intestinas. Peleas de escaso contenido ideológico y con una sobredosis de personalismos e localismos. Disputas de campanario.

En una organización grande no debe de extrañar la existencia de corrientes de opinión en asuntos de calado ideológico o estratégico. Por ejemplo: en la cuestión territorial (autonomistas, federalistas, jacobinos…). Pero el primer objetivo del nuevo Besteiro, la base imprescindible para recuperar la credibilidad ante la sociedad gallega ha de ser la coherencia programática, la unidad y la disciplina. Mucha discusión interna y posiciones claras y cara el exterior. Cierre de filas y lealtad con la dirección del partido.

Besteiro tiene por delante la difícil tarea de operar como ministro del Interior y poner orden en las infinitas batallitas internas que corroen las estructuras socialistas gallegas. No és tan fácil. Y si brotan posturas enfrentadas, al menos que sean de fondo. Como aquellas de los viejos tiempos de Indalecio Prieto, Largo Caballero o Besteiro, el viejo. Ya se verá.