Un largo verano monclovita

Pese a que el Gobierno ha logrado aminorar la caída de popularidad de cara al verano, seguirán manteniendo la misma línea de improvisación que han tenido a lo largo de la legislatura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el acto de presentación de «Haciendo de España un polo industrial del hidrógeno verde en Europa», en Toledo. EFE/Ismael Herrero

Ya es verano en el palacio de la Moncloa y a fe mia que se este año se han ganado las vacaciones los que trabajan en ese lugar.

En un sprint final digno de un ciclista belga u holandés, que son siempre los que son capaces de sacar un tubular al resto del pelotón tras una etapa de 230 kilómetros por el pavés de los países bajos, Pirotécnicas Moncloa ha logrado detener o al menos aminorar la caída libre que amenazaba con dar con los huesos de Sánchez en el asfalto tras las elecciones madrileñas.

Ojo, estoy diciendo que han aminorado la caída, no que hayan conseguido volver al escenario previo, y hay una diferencia enorme entre ambas cosas.

Las cosas a nivel demoscópico están donde las han dejado el murcianazo y las elecciones madrileñas, con un Partido Popular que se ha hecho con todo el botín de votos dejado en barbecho por Inés Arrimadas y con una parte del voto de Abascal, el menos radical que por fin ha comprendido que solo hay una opción para desalojar a Sánchez, y esa opción pasa por concentrar el voto en Pablo Casado y solo en Pablo Casado.

Pero para que se produzca la magia de monsieur D‘hondt hace falta más que eso, hacen falta que una parte del voto socialista se quede en su casa y otra parte opte por el partido Popular, y ahí es donde Moncloa ha dirigido sus dardos tranquilizantes, a todo ese segmento social para convencerles de que, a pesar de todos los errores cometidos, Sánchez sigue siendo la mejor opción por descarte de todas las otras.

La otra estrategia concurrente con la primera es convencer al resto del electorado de que la situación política del país es inamovible y de que Moncloa tiene un plan para los dos años que restan hasta el próximo plazo electoral. Y nada más lejos de la realidad.

El gobierno de España no funciona con estrategias de medio ni de largo plazo, todos sus esfuerzos se concentran como máximo en sobrevivir a la siguiente semana como mucho, y así vamos a seguir, pero ampliando este plazo al fin de la agostidad del estío hispano este que a pesar de que este año tarde en llegar, ya somos capaces de verlo, con su siestas, sus largas sobremesas y con el congreso de los diputados cerrado a cal y canto.

No puedo hacer otra cosa que desearles por tanto, al gobierno y a su presidente un largo verano, un tiempo de reflexión reposada y fecunda antes de un otoño que va a ser cualquier cosa menos tranquilo.

Y descansen ustedes, que la nueva temporada de la serie se promete al menos tan intensa como la que hemos vivido, pero esta vez con los presos en las calles, los indepes montando gresca y el gobierno…. a lo suyo, que no es otra cosa que permanecer al mando de lo que quede de país.

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