Un gesto que le honra
Un partido político no es un grupo de amigos. Hace unos años alguien publicó un artículo con este título en positivo. De aquellos polvos vienen estos lodos. Y Ángel Ros con su gesto de dejar su escaño parlamentario que le honra ha demostrado además su valor moral. Contra los sentimientos nadie puede luchar, pero las ideas deben estar siempre por encima de los sentimientos aunque estos sean los más sagrados. El PSC es lo que: es un partido Socialista, un partido Catalanista, y no es un partido independista. En la actual deriva en la que nos encontramos todos los sentimientos deben ser respetados pero un partido político tiene la obligación de establecer su línea de actuación en base al futuro que desea para su país, y el PSC no desea la independencia de Catalunya, sino que quiere y reclama con una voz poco potente, también hay que decirlo, un modelo federal par ese proyecto inconcluso llamado Las Españas.
El gesto meritorio de Ángel Ros se transforma en un ataque directo contra el PSC. El PSC se desmorona, Qué queda del PSC, El abismo espera al PSC según las encuestas, y un largo etcétera de titulares en los que está permitido todo hasta la mentira, hasta la confusión de considerar que los pactos electorales del 1977 entre Convergencia Socialista de Catalunya y el PSOE se transforman en las esencias del PSC, cuando éste fue fundado justamente un año y un mes después de las elecciones del 1977. Quienes estuvimos en aquel proceso sabemos bien que costó sangre, sudor y lágrimas, pero que la voluntad de construir un partido que pudiese representar a la mayoría de la ciudadanía del pueblo catalán primó sobre los personalismos y los matices de quienes afrontamos aquel proceso de unidad.
Los titulares que esta decisión de Ángel Ros provocarán no deben hacer perder el oremus ni a su dirigentes ni a sus militantes. El acto de Ángel Ros le dignifica y dignifica al PSC, un partido en el que es posible discrepar de lo que acuerda el Consell Nacional, órgano de decisión de un partido democrático y cuyos acuerdos debe dirigir la Ejecutiva Nacional. Pero en nuestro seno es posible la discrepancia, siempre y cuando se mantenga el principio de lealtad a los principios establecidos en el mismo. ¿Es un corsé un partido político? Claro que sí, es un corsé voluntario que aceptamos aquellos que militamos en él. Y en ocasiones nos disgustará alguno de sus gestos y tendremos el derecho a discrepar. No tendremos el derecho a utilizar el mandato que a través de él hemos recibido del pueblo para desarrollar nuestras premisas políticas. Y el PSC está por la consulta, como la mayor parte del pueblo catalán, pero esa consulta debe hacerse en el marco de las reglas de juego que tenemos en este momento, no provocando algaradas sentimentales que llevan a la nada, a la inercia y a la incapacidad de actuar.
El PSC está por una consulta legal y pactada con quien tiene la responsabilidad política y jurídica sobre la materia. Ése en definitivaes el modelo escocés tan invocado. Pero aquí lo que se está imponiendo son los huevos no el raciocinio como ha sucedido en Escocia. Se está imponiendo el saltarse a la torera los pactos de convivencia que dejando muchas plumas en el proceso todos aceptamos para imponer el ordeno y mando por una parte y por otra. Y el PSC, con buen criterio no quiere participar en estas algaradas. El acuerdo tomado por su Consell Nacional no fue fruto de un rampell sino de una reflexión: tensar la cuerda para romperla no beneficia a nadie ni produce frutos beneficiosos de futuro sino fractura social. A pesar de muchas voces ajenas, y algunas propias, que denuncian que esa fractura social ha llegado, la verdad es que no se ha producido y continuamos la convivencia respetando al prójimo en sus sentimientos y en sus razonamientos.
Pero para que ello continúe siendo necesario que también desde las instancias de responsabilidad política se mesuren las consecuencias de los actos. Y el PSC es consecuente.