Último disparate (por ahora): una bolsa de voluntarios

El Govern quiere encargar la organización del referéndum a un grupo de voluntarios sin ninguna autoridad jurídica

Mis amigos y algunos lectores me reprochan mi falta de continuidad en estas páginas, donde recogemos los análisis y las opiniones que complementan, explican y proponen puntos de vista sobre la oferta informativa de Economía Digital. Tienen razón.

Y es que, aunque no sirva de excusa, estarán de acuerdo conmigo en que el escrutinio de la actualidad catalana se está convirtiendo en algo demasiado cansino. Intentar darle sentido ya es un trabajo hercúleo, que consume energías, humores y que seguramente no tiene ninguna garantía de éxito.

Pero, en fin, vamos allá. La última ocurrencia de ese grupo político instalado al frente de las instituciones catalanas, que corre de disparate en disparate, es el anuncio de una bolsa de voluntarios que se encargaría de la organización del referéndum de independencia del próximo 1 de octubre.

¿Qué garantías pueden ofrecerse a los ciudadanos cuando la consulta se encarga a voluntarios?

¿Cómo un gobierno que justifica sus más extravagantes propuesta con el leit motiv de la democracia puede pensar siquiera por un segundo que la decisión más trascendente a la que se quiere convocar a este país puede descansar sobre un grupo de voluntarios, un colectivo de personas que más allá de otras consideraciones carece de la presunción de veracidad que es un principio legal y jurídico del que disfrutan los funcionarios?

¿Qué garantías pueden ofrecerse a los ciudadanos cuando la consulta de marras se encarga a voluntarios que no tienen la autoridad del funcionariado y que además no es descabellado imaginar de qué ropaje ideológico será la inmensa mayoría de los que se presten a semejante patochada?

En Cataluña prometieron la independencia en 18 meses y a los 20 aún andan convocando el referéndum

Resulta triste, patético y un punto estremecedor cada nuevo paso, cada nueva declaración de esa camarilla anclada desde hace bastantes años en las entrañas del poder autonómico catalán y que se resiste tan fieramente a abandonarlas.

Prometieron la independencia en 18 meses y a los 20 aún andan convocando el referéndum. Dijeron que ‘o referéndum o elecciones’ para una mayoría que gobernara un parlament constituyente y ahora ya han pasado, como quien lava, de pantalla para decir que ‘o referéndum o declaración unilateral de independencia’. Invocaron a las Comisión de Venecia y lo siguen haciendo aunque lo hacen en vano porque les ha quitado la razón sin más.

Se han desgañitado, en definitiva, proclamándose como demócratas y echando al barro a todos los que no les seguían en su loca peripecia, aseguraron que esta vez el referéndum no sería como la broma pesada del 9-N y ya les tenemos encargando a un “grupo de voluntarios” un proceso que de hacerse debería cumplir las más escrupulosas normas de neutralidad. ¿Hasta cuando?

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