Turquía vota un cambio de política, pero no de economía
Después de trece años, el partido del presidente Erdogan, Justicia y Desarrollo, ha perdido la mayoría absoluta y estará obligado a gobernar en coalición. Muchos son los errores que han provocado este resultado como la gestión del poder, la restricción de la libertad de expresión, la persecución de los periodistas, la oposición a los derechos de la mujer y las minorías.
En política nadie cambia si no siente la necesidad de hacerlo. Es posible que los resultados de las elecciones ayuden a Erdogan a descubrir lo difícil que es jugar el papel de sultán y tratar de acomodar todo a su poder. Nadie puede ganar siempre.
Erdogan llegó al poder en 2002 tras una década turbulenta, cuando una serie de gobiernos de coalición provocaron el colapso económico, la huida de los inversores y una depreciación catastrófica de la lira. Algunos se apresuraron pintando escenarios negros sobre el futuro económico de Turquía fruto de los resultados electorales.
Nadie puede negar el milagro económico impulsado por Erdogan, que ha logrado duplicar el nivel de ingreso per cápita cinco veces en diez años y reducir la tasa de analfabetismo. Además, Turquía, es una de las 20 economías del mundo y juega un mayor papel en el escenario mundial. Atrajo más de 150.000 millones de dólares de inversión extranjera en la última década, 11.000 millones de dólares en 2014, un 6,4% más que en 2013.
Además, 40.000 empresas extranjeras se han instalado en el territorio y la economía ha crecido fuertemente unos 800.000 millones de dólares al año, poniendo al país en la lista de otros como Suiza y Holanda. La renta per cápita aumentó de 3.500 a 10.782 dólares y está previsto que llegue a 35.000 en 2022 con 10 millones de turcos.
Turquía es el sexto mayor socio comercial de la UE, con un volumen de comercio total de 130.000 millones de euros. Es el único país que aumentó las exportaciones a la UE en 2014 con un crecimiento del 4%. Cada vez es visto más como un hub de energía, logística y servicios para las empresas globales. Ocupa el segundo lugar después de la UE en términos de importancia económica para Oriente Medio y el Norte de África.
Las exportaciones se han triplicado, alcanzando un máximo histórico de 157.600 millones de dólares en 2014, aumentando un 4% respecto al año anterior. El 78,8% de las exportaciones del país se produjeron por los productos industriales. Turquía es el secto destino mundial de turismo. En 2014, recibió 36,8 millones de turistas, con un incremento del 5,5%. Si añadimos los cinco millones de emigrantes turcos que han visitado su país de origen, la cifra se acercará a los 42 millones, un registro significativo.
Turquía planea invertir 186.444 millones euros en redes de transporte, energía e infraestructuras hasta 2022. Rusia ha propuesto construir un nuevo gasoducto a través del Mar Negro hacia Turquía lo que reforzará la condición de este país como corredor energético, que une los mercados europeos con el mayor proveedor de gas de la región.
España representa el 6,1% del comercio bilateral entre Turquía y la UE. Las inversiones españolas en este país se han triplicado, pasando de 1.700 millones de euros en 2008 a 5.000 millones en 2014, y la cifra debería incrementar en los próximos años.
Pero la ambición de Erdogan de mantener el crecimiento plantea graves riesgos y desafíos para una economía que necesita un aterrizaje suave y una fuerte moneda local. La economía crecerá 2,3% este 2015. Parece que la crisis política ha causado poco daño, pero si siguen los choques podría llegar la desaceleración. De momento, su atractivo se mantiene a pesar de la dura competencia a nivel mundial de otras potencias emergentes.
Pero al situación a partir de ahora no será fácil y no todo será pasión. Hará falta conseguir la estabilidad política formando un nuevo Gobierno sólido. Quedan pendientes, todavía, grandes problemas como la inflación, el déficit y la moneda, la dependencia de la inversión extranjera, el tamaño de la economía sumergida y con una población activa de 26 millones y el 50% con menos de 30 años.
No es lógico pensar que miles de millones salgan del país de la noche al día por unos resultados que han quitado la mayoría absoluta a un partido que sigue siendo mayoritario con el 42% de los votos. Podrían producirse grandes diferencias entre los partidos políticos, pero al final acordarán un Gobierno de coalición o una nueva convocatoria electoral. La mayoría de los turcos no quiere volver a aquellos días oscuros de hace 13 años. Turquía está saliendo de las sombras y entra en una nueva era, urge corregir el rumbo y retocar el modelo.
Las empresas internacionales detectan la presión, moneda a la baja, inflación alta, escalada política y un temor que podría frenar el crecimiento futuro. Se recomienda, de momento, un enfoque más cauteloso. Turquía no llegará a una etapa peligrosa, sobre todo porque el experimento democrático ha demostrado su consolidación y fuerza. Los kurdos se han reintegrado a la vida política y hay una sociedad secular vibrante. Es un puente de enlace entre oriente y occidente.