Turismo Mediterráneo, necesidad de cambio
A pesar de las epidemias, guerras, y otras crisis, el turismo sigue creciendo hasta alcanzar unos ingresos de 902.000 millones de euros en el mundo. Esta cifra incluso llegó a los 1,1 billones de euros si incluimos el transporte de pasajeros.
La actividad turística mundial representa en la actualidad el 20% del PIB total y supone un porcentaje similar del empleo registrado. Las llegadas internacionales al Mediterráneo alcanzaron los 344 millones de turistas y están aumentando de manera constante cada año. El Mediterráneo es el destino más importante en el mundo tanto para el turismo internacional como para el interno. Y supone el 30% de los ingresos por turismo a nivel mundial.
Además, representa el 13% de las exportaciones de los países del Mediterráneo, el 23% del sector de servicios y emplea a más de 5 millones de personas. Sin embargo, a pesar de estos grandes números, el turismo mediterráneo sigue siendo heterogéneo y está fragmentado.
Francia, Italia, Grecia, España y Turquía, los países motores captan el 80% de estas llegadas. Y las perspectivas son muy positivas en la zona norte del Mediterráneo, en países como Montenegro, en los Balcanes, que ha visto aumentar sus llegadas de turistas un 25% entre 1995 y 2013. En los mismos años, Croacia progresó un 12,1%. En el Sur se están haciendo grandes esfuerzos, como en Egipto o Marruecos, que será el primer destino africano en 2014, con un incremento del 7% respecto a 2013. Túnez registrará un aumento del 5%.
El optimismo es clave, pero es necesario un cambio. La crisis obliga a repensar el modelo económico. Es preciso examinar las maneras y encontrar nuevas formas de comercialización, de reinventarse y crecer. Trabajar con los territorios, revisar el turismo social y cuidar el patrimonio.
En este contexto, la necesidad de potenciar el turismo en el Mediterráneo es obvia. Pero, ¿cuál es la estrategia? ¿Qué herramientas pondrán en marcha los actores económicos y las comunidades? El intercambio de prácticas y la coordinación entre los países de las dos orillas debería ser la prioridad.
La misma perspectiva de cambio climático supone una seria amenaza para el desarrollo y la sostenibilidad. Muchos desafíos determinantes para el futuro, particularmente en términos de gestión del turismo, el clima y el medio ambiente, la estrategia y la sostenibilidad. Es urgente potenciar la oferta presente en todos los países del Mediterráneo, tanto por su diversidad cultural como por su importancia histórica, poniendo especial énfasis en la gran biodiversidad existente.
El sector turístico demostró cómo fue capaz de adaptarse a los cambios del mercado, impulsar el crecimiento y crear puestos de trabajo en el mundo, a pesar de los desafíos económicos y geopolíticos persistentes.
Es el momento para evaluar y analizar la situación de la industria turística a nivel regional ya que competencia y cliente han cambiado, hay que apostar por trabajar juntos, sumar para competir en un mundo global, apostar por un desarrollo sostenible capaz de crear nuevas oportunidades que permitan continuar en la senda del crecimiento.
Una agencia de turismo regional, una institución que debería contar con la participación de todos los actores, desde la cooperación público-privada, es una necesidad y facilitaría la creación de una marca común para una promoción conjunta en el mundo. Los intereses turísticos nacionales y la competitividad entre los países mediterráneos han primado más que la cooperación regional y la voluntad de aunar esfuerzos para ofrecer paquetes de destinos integrados o nuevas fórmulas innovadoras.
La creación de una marca única para todo el Mediterráneo es necesaria para potenciar sistemas y herramientas de promoción y comercialización conjuntas, apoyándose en el elemento que nos une, el Mediterráneo. Es un paso necesario para unificar, promover y competir en el mercado global.
Impulsar la cooperación para consolidar el liderazgo y ampliar la cuota de mercado turístico del Mediterráneo y extraer el máximo partido de esta capacidad será necesaria para generar ingresos, crear puestos de trabajo, reducir la pobreza y contribuir a la paz en ambas orillas del Mediterráneo.
Ferdinand Braudel decía que el Mediterráneo no es un paisaje sino innumerables paisajes. No es un mar sino una serie de mares. No es una civilización sino varias civilizaciones, y es el motivo que atrae millones de visitantes de todo el mundo, para seguir esta senda hay que enfrentarse a los retos del futuro, a la luz de los recientes acontecimientos políticos, la incertidumbre económica y el desafío continuado que plantea el cambio climático, fundamental para la perdurabilidad a largo plazo.