Tu relato
Controlar la reputación personal es un reto mayúsculo en un momento en el que la opinión ajena se proyecta en plataformas de gran potencia
El ser humano lleva siglos tratando de explicar el mundo, y para ello, ha recurrido a todos los lenguajes que ha tenido a su alcance: el arte, la literatura, las guerras, los acuerdos.
Nuestro entorno es cada vez más complejo; comprender e interpretar el momento histórico que nos ha tocado vivir es una tarea ardua. Pero, ¿qué hay de explicarnos a nosotros mismos?
No deberíamos dejar en manos de terceros nuestra reputación
Solemos iniciar nuestra trayectoria de manera instintiva. En un inevitable proceso de prueba y error, exploramos hasta que encontramos los caminos que nos permiten ser nosotros mismos y hacer las cosas a nuestra manera. A medida que trazamos nuestra trayectoria, construimos, sin pretenderlo, una reputación.
A pesar de las dificultades para orientarnos, no deberíamos dejar en manos de terceros nuestra reputación, por lo que nos conviene hacer una reflexión sobre el impacto que generamos en nuestro entorno y tratar de dar forma a lo que comunicamos de nosotros mismos.
Si bien es cierto que la reputación personal es algo que ha existido siempre, el momento actual plantea el reto mayúsculo de controlar nuestro relato en un entorno en el que la opinión de los demás se proyecta en plataformas de gran potencia, generando una maraña de información ingobernable.
La abundancia de información es tremendamente efectiva para desenmascarar todo aquellos que es impostado
En ningún caso se trata de elaborar artificiosamente un discurso y actuar en función del mismo. La abundancia de información que nos envuelve puede resultar confusa, pero a la vez, es tremendamente efectiva para desenmascarar todo aquello que es impostado. Los ojos infinitos de la red actúan como un escáner; lo que no concuerda con la realidad no se sostiene.
Debemos analizar el proceso intelectual y profesional que hemos seguido para entendernos a nosotros mismos y poder explicarnos al mundo con honestidad.
La reflexión personal, el primer paso
Identificar nuestros valores, nuestras motivaciones, nuestra personalidad, nuestro lenguaje; entrar en una dinámica de elecciones y renuncias: en qué entornos queremos tener presencia y en cuáles no, con qué mensajes nos identificamos y cuáles nos resultan ajenos.
Sin esta reflexión sincera es muy probable que, al no tener intencionalidad alguna, no estemos comunicando nada, o estemos comunicando algo insustancial o incoherente.
Se está escribiendo un relato sobre ti… no dejes que te lo escriban, tu reputación te pertenece.