Trumpidad

El nacionalismo de Trump ha llevado a un país dividido y al límite del conflicto social a unas elecciones sin claro ganador con unos EEUU devastados

Han pasado ya más casi 48 horas desde el cierre de los colegios en EEUU, ya saben, el país más avanzado del universo-orbe, y aún no sabemos quién será su próximo presidente.

Y me temo que va a ir para largo.

Una curiosa mezcla de dejadez, prepotencia y filibusterismo parlamentario, todo ello ejercido durante décadas en la mayoría de sus estados ha impedido que la la nave nodriza de nuestro planeta haya descuidado su principal proceso, el que hace que el resto de su maquinaria funcione, unas elecciones limpias, rápidas y transparentes.

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Y todo esto, además, se ha puesto de manifiesto en el peor momento posible: con un país dividido y polarizado hasta el límite del conflicto social y al final del mandato del único ser sobre la tierra capaz de superar a Richard Nixon en villanía: Donald Trump.

Donald Trump, un tipo que ha conseguido en solo cuatro años convertir al país líder del mundo libre en una caricatura de lo que fue montado a lomos de la ideología más destructiva que ha recorrido nunca el planeta: El nacionalismo.

Bajo su mandato, el campeón del libre comercio ha cerrado sus fronteras, impuesto aranceles y se ha cuestionado a la organización mundial del comercio.

Bajo su mandato, el campeón de la democracia ha hecho pública dejación de sus funciones en el tablero geoestratégico permitiendo la irrupción de actores como China y Rusia

Bajo su mandato, el campeón del multilateralismo ha abandonado numerosas organizaciones internacionales, perdiendo buena parte de su peso en el mundo.

Bajo su mandato, el campeón de la defensa de los países occidentales se ha enemistado con casi todos sus socios de la OTAN y los ha dejado solos ante potencias regionales y globales cada vez más agresivas.

Bajo su mandato, el país más cohesionado de la tierra ha abandonado su sueño americano y ha despertado en medio de una pesadilla de polarización rampante.

A la hora en la que escribo estas líneas y afortunadamente, parece que aunque sea por la mínima y de forma agónica, el candidato demócrata Joe Biden, cuyo único mérito por cierto es ser “el candidato que no es Donald Trump”,  va a conseguir derrotarlo en las urnas tras una campaña marcada por las constantes declaraciones de Trump de que no iba a  reconocer el resultado de las urnas si no le daban a él como ganador.

Por la mínima y de forma agónica, el candidato demócrata Joe Biden, cuyo único mérito por cierto es ser “el candidato que no es Donald Trump”

A estas horas, parece que los ciudadanos de Minnesota, Wisconsin, Arizona y probablemente Pennsylvania van a darle a Joe Biden los últimos votos necesarios para expulsar de la casa blanca a este personaje vil y destructivo, cuyos últimos coletazos a cargo del gobierno más poderoso de la tierra no van a ser otros que impugnar los resultados en estos estados introduciendo más incertidumbre a una sociedad ya desquiciada tras cuatro años de Trumpidad.

Insisto, parece.

Pero el mal ya está hecho, en el mejor de los casos EEUU necesitará de una década de buenos gobiernos para reparar el daño que ha hecho este tipo a una sociedad tan enferma que ha tenido que proteger sus colegios electorales previniendo posibles altercados y en la que a esta hora no quedan bienes de primera necesidad en muchos supermercados gracias a que el miedo que ha insuflado este nuevo Nerón a millones de ciudadanos que durante el día de ayer hicieron acopio en sus casa de todo tipo de bienes y viandas en previsión de lo que pudiera pasar.

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Para otro día queda el análisis de las razones por las que un ciudadano estadounidense ejemplar, y conozco muchos de estos, decide votar a semejante personaje, hoy solo quiero compartir  con ustedes el alivio que siento ante la probable partida de este tipo y la preocupación por el arduo camino que nos queda por delante.

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