Trump se carga su propio Departamento de Estado
El Departamento de Estado norteamericano, el ministerio encargado de las embajadas y consulados norteamericanos alrededor del mundo, está en medio de una tormenta perfecta. Aún antes de que Rex Tillerson, gerente general de la gigantesca petrolera Exxon Mobil y candidato nominado por Trump para dirigir el equivalente norteamericano al ministerio de relaciones exteriores, haya sido confirmado por el congreso, decenas de diplomáticos de carrera han sido despedidos de forma inmediata.
Esto es algo sin precedentes, ya que aunque se espera que los diplomáticos designados políticamente renuncien con la entrada de un nuevo dirigente, los políticos de carrera siempre han sido tratados con cortesía y respeto.
Los diplomáticos de carrera son los que realmente conocen el tejemaneje diplomático, una tarea compleja y altamente sensitiva. Tradicionalmente, el Departamento de Estado estadounidense ha sido un auténtico imán para profesionales de gran dedicación, talento y patriotismo.
Independientemente de la ideología política del presidente de turno, la eficiencia y ahínco con los que el personal diplomático norteamericano ha servido a sus ciudadanos esparcidos por el mundo es merecedor de especial mención. Muy en gran parte, la razón por la cual Estados Unidos ha permanecido en la cúspide de influencia cultural y política a nivel mundial es gracias a la maquinaria y el profesionalismo del Departamento de Estado.
Todas y cada una de las misiones norteamericanas en suelo extranjero son fuentes de conocimiento incalculable para el gobierno central en Washington y su movimiento eficaz en el tablero geopolítico. Aún mas, las embajadas y consulados esparcidos por el globo son importantes organismos de contacto político y económico directo, una parte irremplazable de la presencia norteamericana en el extranjero.
El Departamento de Estado controla los consulados encargados de las expediciones de visas para inmigrantes y temporales. Este viernes, Donald Trump firmó órdenes ejecutivas suspendiendo el programa de visas para refugiados por un periodo de 120 días. Los refugiados de Siria tienen suspendida la entrada indefinidamente. Trump también ha ordenado una prohibición de entrada al país para los ciudadanos de Siria, Yemen, Sudan, Irán, Iraq, Somalia y Libia por un periodo de 90 días.
El sábado, una corte federal de Nueva York ordenó un bloqueo temporal parcial de las ordenes anti-inmigratorias de Trump. El domingo, un día después de la orden judicial y tras protestas masivas en los principales aeropuertos norteamericanos, la Casa Blanca retractó parte de las prohibiciones iniciales, permitiendo la entrada al país de residentes permanentes de los siete países designados.
Pese a ello, portavoces de la Casa Blanca han advertido de que todo pasajero, incluyendo ciudadanos norteamericanos, procedentes de los siete países designados serán sujetos a mayor escrutinio a su llegada al país. Después de la primera y valiente orden de medida cautelar de la jueza Ann Donnelly de la Corte del Distrito Federal en Brooklyn, Nueva York, otros jueces alrededor del país se solidarizaron con la difícil situación de los detenidos en los aeropuertos.
Un fuerte viento de incertidumbre enfría el Departamento de Estado norteamericano. Esperemos que pase pronto, y de que el sol brille una vez más sobre los consulados y las embajadas estadounidenses alrededor del mundo.