Tres relatos truchos para salvar una legislatura

El Gobierno pretende crear un relato que justifique que los indultos obedecen a una cuestión de liderazgo de un buen presidente y no una mera necesidad de supervivencia

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa en La Moncloa | EFE/Zipi/Archivo

Uno de los grandes éxitos del ex-vicepresidente norteamericano Dick Cheney al frente de los Think Tanks republicanos en su época al mando -porque era él quien estaba al mando- del gobierno de George Bush fue reposicionar ante la opinión pública dos asuntos de elevada importancia para los lobbys como eran el impuesto de sucesiones y el calentamiento global gracias a una estrategia de “reframing” que comenzó en una batalla semántica, denominando al primero “impuesto a la muerte” y “cambio climático” al segundo.

Gracias a esa nueva paleta semántica, muchos de aquellos norteamericanos que se mostraban a favor de gravar las herencias de los más ricos, pasaron a pensar que era indecoroso poner un impuesto a los muertos mientras que aquellos que sentían pavor ante el anunciado calentamiento de la tierra, aparecían mucho más confiados ante algo que solo era un pequeño y seguramente pasajero “cambio climático”.

De igual manera y en el asunto de los indultos, Moncloa trata de reposicionar la batalla desde el punto de vista semántico, introduciendo una serie de narrativas ideológicamente segmentadas para tratar de revertir el resultado de una guerra que tiene de antemano perdida ante la sociedad española. Verbi gratia:

Primer relato: “El héroe Sánchez vuelve a Itaca”

La primera narración que puso en marcha la empresa pirotécnica que tiene su domicilio social en el Palacio de la Moncloa consistió en vender que en lugar de ante un presidente del gobierno que trata de llegar al final de la legislatura a cualquier precio y dispuesto a mercadear liberaciones carcelarias por apoyos parlamentarios, en realidad nos encontramos ante un líder valiente y abnegado que solo busca el bien de la patria aunque esto le cueste una derrota electoral, una nueva versión de la odisea mesiánica que ya utilizó dos veces en el PSOE para encaramarse a la secretaría general.

Según este nuevo y lisérgico “viaje del héroe”, Pedro Sánchez busca situarse en el imaginario colectivo como ese personaje homérico al estilo de Ulises que se enfrenta a multitud de vicisitudes, es derrotado y vuelve justo a tiempo para salvar a su patria Itaca y a su esposa Penélope del asedio al que ambos eran sometidos por incontables pretendientes.

Segundo relato: “Los indultos de fierabrás”

En vista de que la armadura de nuestro héroe estaba ligeramente herrumbrosa y de que el relato del héroe homérico sólo llegaba a los más übermilitants entre los übermilitants y que incluso estos mostraban preocupantes signos de lejanía, Moncloa decidió dos días después poner en circulación otro relato totalmente contrario al primero pero que ya metidos en gastos da igual, los indultos de fierabrás.

Según el mismo los indultos no solo no iban a tener coste alguno, sino que iban a ser algo así como el bálsamo de fierabrás del que hablaba Don Quijote, un ungüento mágico que iba a servir a la vez para acabar definitivamente con el independentismo, incrementar el PIB, acabar con la brecha tecnológica y traer la paz definitiva a oriente próximo.

Tercer relato: “pues algo habrá que hacer”

En vista de que sorprendentemente ni la primera narrativa ni la segunda terminaban de encajar a pesar de los sonoros martillazos propinados por la brunete mediática habitual, los demiurgos monclovitas pensaron ayer que de perdidos al río, y que a lo loco se vive mejor y lanzaron un tercer relato, esta vez inyectado en las tertulias de mayor predicamento entre la clase media más moderada, una narrativa solucionista y posibilista con el fin de calmar la inflamación que mostraban las encuestas, un enloquecido: “Pues algo habrá que hacer”.

De acuerdo con este argumento, y como “algo hay que hacer”, tras la comisión de una serie enloquecida de delitos por parte de unos políticos que además detentaban el poder en Cataluña, es el Estado quien debe abdicar de aplicar las leyes, premiando con un indulto a quienes ni lo han solicitado, ni se arrepienten de ello, es más, a quienes han prometido que lo volverán a hacer.

Tres relatos que como ven, solo tratan de enredar y confundir a la ciudadanía y a la oposición mediante argumentos viciados y tramposos que solo buscan esconder que no nos encontramos ni ante un héroe, ni ante un presidente solucionador de problemas ni ante un líder posibilista, sino ante un político que busca sobrevivir a cualquier precio a una situación endiablada en la que se ha metido él solito y que pone en peligro la principal base fundacional de nuestro andamiaje democrático: El imperio de la ley.

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