Tres grandes mentiras de la reforma fiscal

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, presenta este lunes la letra pequeña de la reforma fiscal, aunque se levantó el velo el viernes con la exposición del trazo mayor del proyecto.

La parafernalia se ha quedado finalmente en una reformita, que, aparentemente, sólo beneficia a algunos autónomos y a los extremos de la escala salarial; es decir, a los que más y a los que menos cobran. El resto apenas se toca y el proyecto adolece de ciertas fricciones semánticas con una palabra querida en el PP: realidad.

Primera mentira: los impuestos bajan

La presión fiscal del final de la legislatura será mayor que la del inicio. En 2015 la reducción media del IRPF será del 8% y no del 12,5% , como ha calado.

La menor carga se queda corta para compensar la subida de IVA y especiales asestada a principios de 2011. Concretamente, los españoles pagaremos 1.500 millones más que en el último año de José Luís Rodríguez Zapatero.

Segunda mentira: la reducción del IRPF alcanza a todas las clases sociales

Los españoles que cobren entre 24.000 y 50.000 euros regresarán, en el mejor de los casos, al escenario que dejó el PSOE antes de perder las elecciones.

Además, algunos tipos marginales que se suprimen (de 17.707 a 33.007 euros) pagarán un 1% más al caer en una tarifa más cara, la que a partir de 2015 irá de los 20.200 a los 35.200 euros.

Del 30% se pasará a pagar el 31% sobre esos importes. Sí es cierto que la situación se corrige en 2016, cuando se liquidará el 29%.

Las rentas superiores a 60.000 euros pagarán más que cuando Zapatero, socialista él. Aunque el tipo máximo caerá del 54% al 45% en 2016, hace tres años ese tramo de nómina se gravaba con el 43%.

Tercera mentira: la reforma fiscal es profunda y ambiciosa

Montoro se ha pasado de electoralista o se ha quedado corto en osadía. La mayor parte de los deberes fiscales están por hacer.

Entre las asignaturas pendientes más preocupantes figura la relativa a los impuestos autonómicos. La reformita fiscal no define sucesiones, patrimonio ni los tributos ambientales.

En un escenario de tensión con los gobiernos autonómicos, Hacienda parece fiarse a una futura negociación con Ejecutivos como el de Artur Mas.

Tampoco se especifica qué deben hacer las comunidades con el tramo de IRPF que controlan, hecho que podría engrandecer las diferencias tributarias entre españoles.

La necesidad de acometer una reforma estructural de los impuestos ha quedado, pues, desatendida, al menos hasta 2017.

Si las previsiones de Rajoy, a las que ha recurrido este fin de semana, son ciertas, de mejorar la recaudación en base a un mayor número de contribuyentes, la reformita fiscal debería, a su vez, reformarse con ambición durante el trámite parlamentario.