Tres escenarios
Hay tres escenarios plausibles tras el 10-N: gobierno del PSOE con la derecha, Ejecutivo de Sánchez con la izquierda o tripartito de derechas
Consuelo de enfadados: no habrá terceras elecciones. Tras el 10-N se formará gobierno, aunque siempre quedará la incógnita de si seguiremos inmersos en la inestabilidad o la legislatura va a durar cuatro años.
Habrá gobierno, sí, pero tampoco puede saberse si escorará hacia la izquierda, hacia el centro o será de derechas con inclusión o apoyo de Vox. Lo más probable es que el PSOE vuelva a ganar, si bien la diferencia respeto al segundo, el PP, podría acortarse, a saber si hasta el punto de permitir la suma de las tres derechas que algunas voces andan pronosticando.
En las urnas, mandará la abstención. En las actuales circunstancias, la causa de la abstención es la decepción. Hoy por hoy, la decepción es de izquierdas. Si en la derecha, las repetición de las elecciones es vista como una oportunidad, el enfado y el desasosiego reinan en la izquierda. Puede no ser mortal pero es ilusorio presumir que sacarán ventaja quienes, pudiendo, no han querido ponerse de acuerdo.
Pronto empezaremos a disponer de sondeos y proyecciones. Cuidado, más circunspección que en anteriores ocasiones.
Precisamente porque, si los actores políticos son los mismos, cosa que facilita el estudio de los cambios de voto –pocos–, el alcance de la abstención puede ser un factor sorpresa, tal vez muy desagradable para el primer y máximo responsable de la vuelta a las urnas. Por si alguien no lo ha adivinado, se llama Pedro Sánchez.
Más allá del hartazgo y el alcance de la abstención, el factor determinante puede ser el de las divisiones. A más división, menos posibilidad de alcanzar la mayoría. Si alguien todavía lo duda, que coteje las cifras de votos con el número de diputados.
De ahí que el PP haya preparado una plataforma para paliar la dispersión de la derecha llamada España Suma. La negativa de Ciudadanos es en principio rotunda, pero dados los monumentales vaivenes de Albert Rivera y su cohorte, no puede descartarse que, finalmente, PP y Cs lleguen a pactos o se las apañen para apoderarse de un buen puñado de escaños que hoy son de izquierdas.
Rivera debería abandonar toda esperanza de substituir al PP como partido alfa de la derecha
Aunque es lo que les conviene, no puede saberse si lo harán o no. Para ello, Rivera debería abandonar toda esperanza de substituir al PP como partido alfa de la derecha. Sus últimas promesas, si esta vez no se las lleva el viento, indican que va ser buen chico si las derechas –él las llama partidos constitucionalistas, excluyendo al PSOE de tal categoría sin empacho– tienen una posibilidad de gobernar.
Al otro lado de la barrera ideológica, si tal expresión no choca con una prevalencia del conservadurismo que sí incluye al PSOE, la entrada en liza de los de Íñigo Errejón puede en cambio dispersar más el voto de izquierdas que el de derechas.
Ante tal eventualidad, tanto los adláteres de Sánchez como los de Pablo Iglesias manifiestan que los votos de la nueva formación –Más Madrid transformada en Más País– van a provenir del rival, no de campo propio. Vanas ilusiones, puesto que, pocos o muchos, van a salir de ambos.
La conclusión obvia, o más bien la premisa, es que el 10-N distará mucho de ser un paseo para Sánchez. Es muy probable en cambio, que Pablo Casado se consolide, y que Rivera y Iglesias, los líderes menos consolidados según no pocos analistas, consigan mantenerse en sus respectivos puestos. Si no es porque sean capaces de paliar o revertir las pérdidas anunciadas, algo no muy difícil, sí por falta de recambio.
Sea como sea, los tres escenarios plausibles a los que el título se refiere son, por orden de probabilidad. Primero, gobierno del PSOE con la derecha, ya sea mediante la abstención del PP –y su corolario de inestabilidad– o con acuerdo de mayor duración, tal vez coalición, entre Sánchez y Rivera.
Segundo, gobierno del PSOE con la izquierda. Tal como se han degradado las relaciones, aunque el número de escaños favoreciera esta eventualidad, les va a costar lo suyo llegar a cualquier pacto. Tanto por la inquina mutua entre Iglesias y Sánchez como por la incomodidad del establishment.
El mayor error de Sánchez es su pretensión ocupar a la vez el centro y la izquierda
Puede que, peor aún, al final Errejón irrumpa en el Congreso al frente de un puñado de diputados. Por mucho que se ofreciera a mediar, y de paso a sacar tajada, un acuerdo de gobierno sería un camino de espinas.
El mayor error de Sánchez es su pretensión ocupar a la vez todo el centro y toda la izquierda. Sentarse a horcajadas entre estos dos bancos es posible. Apropiárselos en toda su extensión sin dejar sentarse a los demás, es quimera.
Quimera que podría acercar el tercer escenario, el deseado y propiciado por un buen número de los persistentes poderes fácticos, que es el tripartito de derechas. No descarten que cuanto menos inminente y amenazante parezca, más cerca están sus partidarios de conseguir el objetivo. Como en Andalucía, las tres derechas suman por sorpresa, no cuando los electores están sobre aviso.