Siempre nos queda el día después tras el 11 de septiembre
Después de la Diada es necesario un día para coger aire y no distanciarnos de la realidad que vivimos
El éxito contra el desánimo de la celebración del 11 de septiembre, según los datos de asistencia a la manifestación promovida por la ANC bajo el lema «fem la república», permite observar que el procés ha mutado su naturaleza.
Desde 2012 hasta incluso el 2017, las grandes manifestaciones del 11 de septiembre se realizaron bajo el espíritu y la voluntad de confabularse y dejar atrás el miedo a romper con España.
El independentismo afirma que es posible cumplir el mandato del 1-0 mientras se evita que los presos sean condenados
En la Diada de este año, el objetivo ha sido centrarse en evitar que la confusión y el desencanto se apoderen del independentismo; confabularse para que no venza el desencanto ante la evidencia de una fractura cada vez mayor entre aquellos que defienden el independentismo político.
La manera para conseguirlo ha sido afirmar que es posible hacer efectivo el mandato del 1 de octubre y, al mismo tiempo, evitar que los presos sean condenados y conseguir que, por fin, «los exiliados» puedan volver sin peligro a ser detenidos.
Impulsar la conciencia de que es posible quebrar el poder judicial o influir en él con movilizaciones y hacer efectiva «la república» sin que el Estado pueda reaccionar ante la fuerza imparable de una Cataluña movilizada. Visto en perspectiva, la estrategia consiste en realizar el más difícil todavía, cuando en el anterior intento se fracasó.
Una parte del independentismo ya se ha dado cuenta que el momento de lograr sus objetivos quedó atrás
El más difícil todavía tras no haber sido capaces de proclamar la república el pasado 1 de octubre y mucho más difícil todavía tras no haber conseguido que Carles Puigdemont, “el presidente legítimo de Cataluña», fuera investido de nuevo tras las elecciones del 21 de diciembre.
Una parte significativa de los manifestantes son conscientes de que ya ha quedado atrás el momento oportuno para lograr sus objetivos y que tardará en volver a darse.
Imagen para volver a la política
El 11 de septiembre de 2018 deja la imagen de una movilización contra el desánimo y la decepción. El sueño de una república no se ha apagado pero es más difícil que antes revivirlo estando despierto.
Ahora el independentismo, inteligentemente, quiere volver a la senda de la política, ya que Pedro Sánchez busca restablecer el diálogo y muchas voces del independentismo intelectual han decidido dejar de viajar a Bruselas.
Los que aspiran a convertir el 1 de octubre en el futuro 11 de septiembre deberían observar que muchos de los que participaron ya no se sienten «cridats» a defender una república que se está construyendo contra la verdad.
El signo más inequívoco que les da la razón es advertir de que el mayor enmascaramiento de la verdad se produce cuando hay una sobreabundancia de emociones que neutraliza el sentido crítico y la razón.
Tras el 11 de septiembre siempre nos queda el día después; el día necesario para coger distancia y no distanciarnos de la realidad real.