Transición energética

En el 2050 Cataluña dispondrá de toda su energía generada por renovables. Este es el propósito del pacto nacional para la transición energética presentado hace poco. Siguiendo las directrices de la Unión Europea, el documento orienta las acciones hacia un modelo de soberanía energética, donde el ciudadano supere su postura de consumidor energético y pase al papel de generador y gestor de la energía. Según la Unión Europea, en 2020 debería haber un 20% renovable y, diez años después, un 27%.

El camino a recorrer será largo, porque actualmente el 54% de la energía generada en Cataluña es nuclear y sólo un 8% renovable. El sector que gasta más es el transporte con un 42% y mayoritariamente proviene del petróleo. Detrás viene el sector industrial con un 27%, el doméstico con un 15%, el de servicios con un 12% y el de la agricultura con un 3%.

El modelo catalán, por ahora, es muy poco soberano con una dependencia exterior en cuanto a recursos del 75% (90% si se cuenta el suministro de uranio). La dependencia de los combustibles fósiles sitúa las fuentes de abastecimiento a más de 1.000 kilómetros. Y la estructura empresarial es vertical, oligopólica y no tiene las ventajas de una estructura horizontal, más flexible y adaptable basada en inversiones diversificadas, pocas externalidad y fiscalidad sostenible.

El Pacto Nacional para la transición energética culmina un proceso de participación que empezó en 2015. La primera fase del plan acaba en 2030 poniendo las bases de la transición, impulsando tecnologías clave y estableciendo un plano público-privado. La segunda fase aborda renovación de edificios, almacenamiento y digitalización de la red.

Las cifras para Cataluña 2015 son las siguientes: 234.000 GWh/año en energía primaria usada; 20.000 M€/año en gasto total pagado (estimada incluyendo impuestos); 85 €/MWh de precio total del MWh primario. Además, la energía primaria importada (combustibles fósiles) equivale a 222.000 GWh/año y la factura energética exterior en fósiles (sin impuestos) representan 8.000€/año. Por último, el coste del MWh de energía primaria importada es de 36€/MWh.

Es decir, el 42% (36 de 85) de la factura energética se va al exterior, a los bolsillos del oligopolio fósil y no genera ningún puesto de trabajo en Cataluña. Visto desde el otro lado, por cada MWh de energía renovable producido se genera un ahorro de 36€ en la balanza comercial. Si se arbitran los mecanismos financieros adecuados, este ahorro se puede convertir en inversión necesaria a generar más energía renovable. La mayor parte de esta inversión consistirá en mano de obra local, calificada y sostenible. Esto es la Transición Energética.

De hecho, ya en el 2012, el Plan de la Energía y Cambio Climático de Cataluña 2012-2020 decía claramente que había que considerar la política energética como una prioridad de máximo nivel dentro de las políticas sectoriales de la Generalitat de Cataluña. Que la política energética catalana se tiene que coordinar y vertebrar estrechamente con el resto de políticas de la Generalitat de Cataluña (industriales, de ocupación, de investigación, medioambientales, territoriales, agrarias, etc.) sin estar subordinadas. Y que había que capacitar la población a nivel técnico de usuario y con cambios importantes de mentalidad para comprender y aceptar la nueva situación, instalarse adecuadamente y saber sacar el máximo partido en el nuevo contexto.

Cómo afirma Josep Centelles, un ingeniero misionero de la transición energética «una decidida política pública a favor de la revolución de la energía limpia es absolutamente transversal, afecta a la cotidianidad de las personas (desde que se despiertan hasta que se van a dormir), afecta a la productividad de empresas y negocios, aporta soberanía energética al país, afecta a la balanza comercial exterior, es la forma más efectiva de luchar contra el cambio climático y la contaminación, etc. Pero, sobre todo, mientras todo el mundo habla de generar ocupación y se constatan unos resultados muy exiguos, la política energética renovable ofrece un gran potencial de ocupación sólida y de reindustrializar el país.» Amén.

Macedonia 

En España, esta semana se ha hablado de precintar la democracia como impotencia ante el referéndum inevitable, de la presunta corrupción del rey que no sale a las portadas, de la de Convergència que está en todas las portadas.

De las cloacas que han sido desbordadas por las luchas de clanes. Y de la parálisis y bunquerización del régimen con una derecha petrificada y refugiada en el castillo burocrático-legal con una izquierda de la alternancia en declive y dividida en baronías, y con la izquierda alternativa en plena batalla cainita entre reconstructores de la Segunda o la Tercera Internacional.