Torra no quiere serenarse

Quim Torra se olvida de más de la mitad de los catalanes pues, según él, se hallan en el lado equivocado del porvenir de la historia

Empezamos 2019 con el vicario Torra ocupando todo el retrovisor del año anterior con su discursillo de despedida de doce meses entre aldeano y supremacista.

Este hombre no tiene remedio. Solo flirtea con el 48% de los catalanes, aunque lo haga en nombre de Catalunya entera. Del 52% restante se olvida porque, para él, se hallan en el lado equivocado del porvenir de la historia. Dice cosas sin sentido y su fraseología inyecta rabia contra la opresora España. Con él al frente de la Generalitat no se va a parte alguna.

Torra propone a los catalanes luchar para alcanzar la libertad

Porque si una cosa nos ha enseñado la democracia es que nadie tiene la razón y que ésta ni tan siquiera es la media de las plurales razones que deben darse en toda sociedad democrática.

Torra, un hombre lóbrego, no se ha movido ni un ápice de todo cuanto tiene escrito y dicho sobre Cataluña-España, para él una dicotomía, un error de la historia que debe enmendarse como sea y al coste que sea.

Por eso se dirige a los catalanes proponiéndoles luchar para alcanzar la libertad. Así, sin matices, tras el triste y vergonzoso episodio eslovaco y llamar a los CDR a que empujen al gobierno que preside a ir a por la república. 

Torra sigue meditando en la inflamación y no en el remedio

Le cayeron tantas bofetadas, la primera del mismo Artur Mas, el mentor del proceso a ninguna parte, que ha aprendido a acotar palabras y frases. Pero esto no es óbice para seguir militando en la inflamación y no en el remedio.

No creo que el delegado de Puigdemont en Cataluña, el tal Torra, haya leído a Amos Oz, el gran pensador y escritor israelí que nos dejó hace unas pocas semanas.

Debería hacerlo. Por ejemplo, leerse su Contra el fanatismo, donde deja perlas como que “los fanáticos son sentimentales sin remedio” o que “llegar a acuerdos es tratar de encontrarse con el otro en algún punto a mitad del camino”. Es transaccionar sin traición alguna.

Si lo hiciera, leerse a Oz, tal vez aprendiera a prescindir de sueños imposibles, de ilusiones ilusas y de intentar reescribir la historia sustituyéndola por otra de falsa.

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en Ginebra el pasado 20 de diciembre.

la falsa unidad independentista

Torra no quiere serenarse. Lleva de cabeza a todos los dirigentes independentistas

Sabría, por ejemplo, que el israelí identifica al fanático por su entusiasmo por pertenecer a una tribu infeliz y autocabreada de manera permanente sin voluntad alguna de salir del círculo vicioso y loco de la emocionalidad y abrazar el razonamiento.

Torra no quiere serenarse. Lleva de cabeza a todos los dirigentes independentistas. Ya no es lo mismo el PDeCAT que JxCat, tampoco lo es el PDeCAT de Barcelona y el grupo parlamentario en Madrid, mucho más realista, y tampoco hay unidad de acción entre la ANC y Ómnium.

La CUP abandonó a todos ellos e incluso a ERC, que no se atreve a desmarcarse de quienes estigmatizan a más de la mitad del país y a decir las cosas por su nombre.

El papel de Puigdemont

Es Puigdemont quien mueve los hilos desde Waterloo. Algo notablemente kafkiano, pero que escrito se halla en su cuaderno rojo: no hay que romper con España; hay que romper España. No es broma, y ni tan siquiera es un juego de palabras.

El abuso del poder institucional catalán sobre las fuerzas de oposición no será nada comparado con el quintacolumnismo que predica el huido de la justicia. Por extraño que parezca, el tripartito PPCsVox tiene por padrino a Puigdemont.

Atentos. Yo estoy muy preocupado; no sé ustedes.

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